Ya empezaron.
La primera página del diario francés 'Libération' titula: 'El voto de la vergüenza', en referencia a la prohibición de construir minaretes en las mezquitas en Suiza, que se votó ayer.
El gobierno, que se desmarcó de la votación, y recomendaba (práctica del sistema democrático suizo, donde el gobierno sólo expresa su opinión sobre los temas que en definitiva decide el pueblo, en referendum) votar que 'no' a la prohibición, está preocupado de las represalias que pueden venir por parte de los países musulmanes, económicas y, también, terroristas.
Se ha encargado a los diplomáticos que se les comunique a esos que no es la opinión ni la decisión del gobierno.
Lo cual me parece excelente, pero al mismo tiempo expresa una contradicción inmanente, aunque resuelta: en Suiza quien sí de verdad gobierna es el pueblo.
La gente está harta del asunto, señoras y señores.
Si a otros países europeos se les diera la posibilidad de votar en referendum, como lo estipula la estructura suiza, votarían lo mismo que los ciudadanos helvetas.
Para prohibir la burka, también.
¡No tengáis miedo, Suiza!
Aunque sus gobiernos no lo digan, ni tampoco sus periódicos, los europeos los están aplaudiendo y deseando que ellos pudieran en su turno votar.
Quienes han votado, son los que día a día se enervan con la presencia invasora del Islam.
El único miedo que debe haber aquí, el que han tenido los suizos y tienen los otros del continente, es que de pronto uno se levante por la mañana y te lleven a la mezquita del barrio, la que te toca, para convertirte por la fuerza.
Por eso no se trata de un problema de 'libertad de religión', como la propaganda destinada a que no se aprobara la prohibición quiso hacer ver.
Justo en nombre de la libertad de religión, asi como de ser ateo, es que debe contenerse al Islam.
Para que uno pueda continuar siendo cristiano, judío, budista, animista, shintoísta, swendenborgista, lo que le venga en gana, incluso musulmán, el que lo desee.
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La Reina de la Noche
El resultado del plesbicito en Suiza que le puso un rotundo freno a las ambiciones del Islam en el corazón de Europa, y la patriada de los hondureños que se sacaron de encima al grotesco pichón de dictador Zelaya, fueron sucesos que casi -casi- me reconciliaron con la humanidad.
Pienso que ya les va a llegar la hora a los Castro, a los Chávez, a los Kirchner, a los Ortega y a los Evos, que -por sátrapas inmundos- la peor de todas bien merecida que se la tienen.
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Bueno, reconozco que lo del terrorista Mujica es un bajón, pero tampoco se puede pedir todo en la vida.
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