9 de enero de 2010

Se están quedando sin cómplices

Martín Redrado fue repuesto por la Justicia en la presidencia del Banco Central, pero con la eventualidad de que la misma Justicia, en una instancia superior, lo remueva el lunes, para que tal vez la Corte, más tarde, lo vuelva a entronizar.
Los US$ 6500 millones del Fondo del Bicentenario, motivo del entuerto, también quedaron a merced de enredos procesales.
El vicepresidente del Banco, Miguel Pesce, intentó durante su breve mandato eludir la orden de no innovar de la jueza María José Sarmiento, aprovechando que la notificación no había llegado desde mesa de entradas hasta el directorio de la entidad.
Julio Cobos convocó a los presidentes de bloques del Senado para que el Congreso trate el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que dispuso de las reservas, lo que ofrecería una salida al laberinto.
Pero Cristina Kirchner le indicó a Miguel Pichetto, el jefe de la bancada oficialista, que desconozca la convocatoria.
Los periodistas y locutores de radio y TV mutaron en improvisados procesalistas.
En definitiva: la Argentina decidió convertir a su Banco Central en una pequeña Honduras.
Los Kirchner provocaron -es increíble- una crisis superior a la Resolución 125.
El desencadenante de ambas tormentas es el mismo: un gobierno aislado, que arremete enfurecido cuando le impiden acceder a más recursos.
Pero el contexto de este nuevo episodio lo vuelve más delicado que la guerra contra los chacareros.

Carlos Pagni

Bueno, hasta yo me doy cuenta que por más presidencialista que sea el sistema, una sola persona no puede decidir a su antojo qué hay que hacer o no con el 36% de las reservas.
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Decididamente, el mayor defecto genético de los Kirchner es el abuso de poder.
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No pueden evitarlo, está en su naturaleza.

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