2 de marzo de 2013

Del archivo 4

La popularidad actual de Kirchner se basa en su voluntad de actuar como una especie de megáfono puesto al servicio de vox populi, es decir, de los mismos rencores, prejuicios y fantasías que en el transcurso de medio siglo hicieron de un país relativamente rico un símbolo de pobreza, corrupción e injusticia social en el que muchos políticos viven en mansiones opulentas y personas que en otras circunstancias serían empresarios pudientes en una villa miseria. No puede ser un presidente fuerte, es decir, uno que en ciertas circunstancias no vacile en oponerse a "la gente" por creer en la necesidad de emprender reformas que serán resistidas con virulencia por grupos poderosos consustanciados con el statu quo, pero tiene que hacer pensar que es un hombre durísimo, de ahí las diatribas estridentes contra los burócratas del FMI y los acreedores "genocidas".
James Neilson
2004

2 comentarios:

carancho dijo...

Impresiona ver la antiguedad de estos posteos y a la vez la actualidad.

Nicolás dijo...

Y no escucharon, no nos escucharon cuando les advertimos lo que se venía.