La profesión me llevó hace algún tiempo a trabajar en Berazategui. Perdón si hay un lector de la zona, pero creo que el sitio más deprimente en el que jamás estuve, con una calle principal a la Mogadishu, donde los monobloques de vivienda se suceden y se confunden con el propio "palacio" municipal. Un sitio donde abiertamente el mismo funcionario que tenía que aprobar mis trámites se ofreció como gestor en el mismo mostrador de atención al público.
En este bastión de la dignidad conurbanense ahora inventaron una "cédula de ciudadanía" (no sea que un alienígena quilmeño quiera hacerse pasar por berazateguense) y con ese "documento" nuestro amigo Elmo Delo le ofrece e piezas de pan a 10 pesitos.
Esta es la inclusión que predican. Inclusión haitiana en la ayuda alimentaria, repartida por nuestros "warlords" sin dientes.
23 comentarios:
Cuanto garpa comerte un sanguche en el subway de la avda Néstor Kirchner usando tu tarjeta ciudadana?
Subway?? En el Coñourbano?? eso no esiste acá, pive!! El gran logro es tener un McDonald's!!!Y si hay un Burger King es un barrio recareta, gato!!!
En serio: el gasto público detrás de esta "identidad ciudadana", bancado con impuestos que si no existiesen, daría para que el pan esté a $5 el kg....
Welcome to Peronia, gato.
¿A Berasategui? Los nativos son hostiles ahí, tené cuidado que ya no hay fortines...
El Conurbano, Sarajevo sin los tanques.
No se prive de hacer el Tour de la Depresión: Ezpeleta Heights, downtown Fcio.Varela, Solano City, toma R4 y pasa por Claypole Hills, Luis Guillón Center y termina en la gloriosa Laferrere Beach.
Y todo éso, por cinco peso... ♫ ♪
Ah, no! Cierto que ya no hay nada por cinco mangos!
Y attenti que, antes de que califiquen de 'racista' el comentario anterior, conozco la región extensivamente por haber vivido en aledaños y trabajado con empresas de la zona.
El Sur también existe.
Pero desde hace años que se 'labura' para empeorarlo.
Ni les cuento Monte Grande City, hace quedar a Las Vegas como Chascomús.
Monte Grande me regaló mi peor experiencia conurbanense. Me hizo palpar qué significa la frase "estado fallido"
Y pensar que ese es el núcleo duro del peronismo. Ahí se concentra la mayor cantidad de "beneficiarios" del modelo que, con sus más y sus menos, es el mismo desde que lo inaugurara el entrañable Pochito.
Es sólo cuestión de tiempo. Pero si les damos la oportunidad, toda la Argentina terminará convertida en Berazateguilandia.
No puedo decir que conozco el conurbano a fondo, pero lo más asqueroso que vi -en el momento sentí que debía lavarme los ojos con Jabón Federal a la primera oportunidad- es Ingeniero Budge.
Bautizé la sensación "violación ocular".
Wilson, lo experimenté ya en 1973 o 74, cuando acompañé a un compañero de estudio a una guardia en el hospital. Me deprimí completamente. No quiero imaginar lo que debe ser ahora.
Imagínese don Raúl, lo que es vivir todos los días en Monte Grande. Y después algunos se preguntan por qué estoy tan amargado.
Es una mezcla de The Omega Man y la Noche de los Muertos Vivientes.
Bueno, Nicolás, mirále el lado positivo: en cualquier momento te vienen a buscar de Hollywood.
Casi todo el sur-oeste del conurbano es horrible, lugares deprimentes y miserables; y ojo que no hablo por boca de jarro, tuve la "suerte" de conocer esas zonas.
Como decía Borges: la fealdad de esos lugares parece predestinarlos para Perón y el peronismo.
La zona oeste (junto al FFCC Sarmiento) me parece un poco mejor.
Tiene razón, Wilson!!!
Cómo se me pudo haber pasado?
Por cinco más, pueden agregar Ing. Mugre y convertir el combo en el Tour de la Desgracia...
Bueno… lograron deprimirme, muchachos. Que otros argentinos –como lo son ustedes- se horroricen del lugar donde uno vive… (¡es que estamos en el horno, Nicolás!)
De cualquier manera, para matizar un poco y reconstruir mi narciso herido, les cuento que en esta zona también sobreviven algunas pequeñas islas dentro de ese mar negro. Por algo a mis amigos de Recoleta o de Belgrano, o incluso algunos que vienen de Europa, les agrada venir a disfrutar los fines de semana al lugar donde vivo. Pero en fin, ya que aquí ya fue citado Borges y yo soy un citador serial de él, les recuerdo estos versos de su poema ‘Insomnio’, en el que los suburbios bonaerenses son una metáfora del horror:
De fierro,
de encorvados tirantes de enorme fierro tiene que ser la noche,
para que no la revienten y la desfonden
las muchas cosas que mis abarrotados ojos han visto,
las duras cosas que insoportablemente la pueblan.
Mi cuerpo ha fatigado los niveles, las temperaturas, las luces:
en vagones de largo ferrocarril,
en un banquete de hombres que se aborrecen,
en el filo mellado de los suburbios,
en una quinta calurosa de estatuas húmedas,
en la noche repleta donde abundan el caballo y el hombre.
El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la precisión de la fiebre.
En vano quiero distraerme del cuerpo
y del desvelo de un espejo incesante
que lo prodiga y que lo acecha
y de la casa que repite sus patios
y del mundo que sigue hasta un despedazado arrabal
de callejones donde el viento se cansa y de barro torpe.
En vano espero
las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño.
Sigue la historia universal:
los rumbos minuciosos de la muerte en las caries dentales,
la circulación de mi sangre y de los planetas.
(He odiado el agua crapulosa de un charco,
he aborrecido en el atardecer el canto del pájaro)
Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur,
leguas de pampa basurera y obscena, leguas de execración,
no se quieren ir del recuerdo.
Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros, charcos de
plata fétida:
soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles.
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.
Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún
muerto,
porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o
muertos
-aunque se oculten en la corrupción y en los siglos-
y condenarlos a vigilia espantosa.
Toscas nubes color borra de vino infamarán el cielo;
amanecerá en mis párpados apretados.
Adrogué, 1936
“…alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.” Snif. Que el que sea joven, se raje de aquí. No han tenido la suerte de nacer en el Gran Rosario, por ej. ;P
Las grandes ciudades del país están llenas de villas, miseria y pobredumbre, y ni hablar de la zona norte del conurbano; pero el sur tiene un plus de fealdad. Quizás sean esos barrios de edificios y monoblocks mezclados con construcciones precarias y enormes baldios llenos de yuyos, bañados y basura, junto a algún auto quemado.
Calles todas rotas donde circulan autos vetustos, camiones hechos pelota y micros todos embarrados. A los costados siempre alguna pila de basura o ramas humeando y junto a eso ferias que venden productos de dudosa procedencia. Estaciones de servicio/galpones/fabricas abandonadas, intrusadas, arroyuelos llenos de mugre y gente viviendo junto a ellos.
Y ya toda la zona sur de CABA se mimetiza con ese ambiente gris. Por lo menos, asi lo veo yo...
Sí, es así, Bandiera, creo que ese plus está dado por la antigüedad, por el tiempo acumulado haciendo mal las cosas. Sigamos así y toda la Argentina terminará pareciéndose a esto, como ya se dijo más arriba. Les aseguro que ése es el deseo máximo al que aspira la dirigencia peronista a nivel nacional, como que acá es donde más éxito tiene, y por lo tanto es el modelo socio-político a extender. Aquí el futuro ya llegó, pasen y vean qué lindas tolderías.
En mi comentario anterior quise señalar los vestigios que aún sobreviven en los cascos antigüos de Adrogué o incluso de Monte Grande, casonas y hasta palacetes con estilo y calles con arboledas añosas que nada tienen que envidiar a las de los mejores barrios. A esta altura, sólo hallables con lupa, claro, habitados por antiguos pobladores que de a poco irán desapareciendo, ecos de un país que ya no es.
Gus VF, como Ud. bien dice Adrogué fue un muy buen barrio con estupendas casas y eso más o menos duró hasta principios de los años 70'. Mi grupo de amigos iba mucho a Adrogué a lo de los Dodds, así que tengo buenos recuerdos de las fiestas de adolescentes en esas casas que describe. Después vino el diluvio.
En los 80', tuve una quinta en Open Door que era un pueblo tranquilo, pero feo, con las típicas casas sencillas de techo plano, hechas por maestro mayor de obras, y en cuyos "jardines" delanteros reinaban los yuyos y el pasto sin cortar.
El cuadro estético se completaba con la infaltable imagen de algunas cubiertas viejas, una heladera o televisor rotos y toda clase de basura no perecedera, a los que tan afectos parecían ser los habitantes de las dispersas casa de Open Door. Y era casa de gente de trabajo, no eran vagos, pero eran dejados como buenos criollos. Lamento decirlo así, pero en los pueblos chicos bonaerenses se veía bien la dejadez criolla, tan bien descripta en el Martín Fierro, en materia de cuidado y responsabilidad doméstica.
Ese panorama cambió rápidamente en cuando Open Door, y sus adyacencias, se transformó en la capital nacional del polo, no por decisión gubernamental, sino por la inversión privada de la gente vinculada al polo.
No me refiero solamente a polistas sino a gente que tenía, por ej., galpones de cría de pollos y los transformó en caballerizas.
Empezó a haber trabajo, mejores salarios y dinero en el pueblo. Los locales empezaron a mejorar su casas y a copiar la limpieza y el orden exterior de aquellos pocos que, como mi mujer y yo, habíamos construido algo mejor y bien mantenido sin ser, precisamente, una casa de country ya que habíamos elegido a propósito vivir en zona de campo con caballos y donde nuestros hijos pudieran potrear sin problemas.
No por casualidad, en el 2005 ya había tantos robos a mano armada en el pueblo y alrededores que decidimos vender. Los jueces garantistas habían hecho su labor y en el viejo hospital psiquiátrico de Open Door habían empezado a alojar "para su tratamiento" a los drogadictos que habían sido detenidos robando en el Gran Buenos Aires.
El resultado fue que todos los chorros resultaban drogadictos, según sus abogados defensores y Open Door pasó a ser tierra de nadie por tipos que huían o que hicieron su base de operaciones adentro del propio hospital.
Gracias Duhalde, Ruckauf, Solá, Scioli, Zaffaroni y discípulos por haber transformado a la provincia de Buenos Aires en un lugar como es ahora...
Volviendo a la "cedula de ciudadanía", ¿No es una especie de tarjeta de racionamiento 2.0?
A mí, Open Door, me enloquece...
:P
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