Siguiendo con las traducciones de artículos interesantes (y al escribir eso me entró nostalgia por El Opinador Compulsivo) sobre el sumbutrule de Europa Oriental, esta vez traigo otro que me quedó en el tintero digital desde hace un tiempito, pero que me resultó interesante de leer, se coincida o no con la apreciación del autor.
Ah, y sepan disculpar mi imposibilidad de traducir juegos de palabras.
El putinismo y la coalición "anti-WEIRD"
Por John R. Schindler
7 de abril de 2014
La conquista en cámara lenta de Ucrania por parte de Vladimir Putin volvió a comenzar abiertamente hoy, con pedidos de un "referéndum de independencia" para la recién proclamada "República Popular de Donetsk" en el este. Está claro que Moscú pretende conquistar alrededor de la mitad de Ucrania; por medios cuasiencubiertos si es posible, mediante invasión abierta si es necesario. De cualquier manera, esto pondrá a Occidente en curso hacia algo parecido a la Guerra Fría 2.0 acerca de la que he escrito.
Esta noción aún no es aceptada por muchos en Occidente, quienes parecen no entender la agenda de Putin. Entre los escépticos está el presidente Obama, quien descartó la idea de una nueva Guerra Fría con Rusia sobre la base de que Putin no tiene ideología, por lo cual no hay nada por qué luchar. Como lo dijera recientemente Obama, "No estamos entrando en otra Guerra Fría. Después de todo, a diferencia de la Unión Soviética, Rusia no encabeza ningún bloque de naciones. No hay una ideología global. Los Estados Unidos y la OTAN no buscan ningún conflicto con Rusia."
Si bien es cierto que los EE.UU. y la OTAN no buscan confrontar a Rusia, vale la pena recordar la frase de Trotsky de que es posible que no estés interesado en la dialéctica, pero la dialéctica está interesada en ti. Respecto del resto del discurso de Obama, simplemente está mal, y eso importa, porque los EE.UU. y muchos de sus actuales aliados son incapaces de percibir el conflicto ascendente con Rusia y sus amigos por lo que en verdad es. Y es difícil concebir una contraestrategia cuando un lado ni siquiera entiende lo que está en juego o los temas en discusión.
El putinismo está bastante lejos del marxismo-leninismo que animaba a la Unión Soviética, sin importar los sovietismos de Putin y su desembozado afecto por algunos aspectos de la URSS. Dicho eso, hace bien recordar que la ideología soviética, tal como se la practicaba, era un edificio bastante rejuntado que sólo tenía coherencia intelectual si estabas firmemente colocado dentro de la burbuja.
Voy a explayarme sobre lo que en verdad es el putinismo, pero antes de hacerlo, es importante entender por qué el presidente Obama e incontables occidentales no pueden ver lo que está directamente frente a sus ojos. Putin y el Kremlin parlotean activamente su propaganda y no hacen nada en absoluto por ocultarla, y sin embargo no podemos descifrarla.
Esto es sencillamente porque somos WEIRD (raros). Es una forma abreviada de las ciencias sociales para decir "Western" (Occidentales), "Educated" (Educados), "Industrialized" (Industrializados), "Rich" (Ricos) y "Democratic" (Democráticos), y nadie es más WEIRD que los norteamericanos. En las últimas décadas muchos norteamericanos, y en particular todas nuestras elites, han internalizado una visión del mundo basada en la prosperidad, el individualismo y el secularismo que nos vuelve únicos, hablando globalmente. Tanto es así que parecemos incapaces de comprender que de hecho existen puntos de vista en contraposición allá afuera.
En virtud de sus diversos antecedentes étnicos y religiosos y su educación elitista, Barack Obama es casi un modelo ideal del segmento demográfico WEIRD, ya que encarna tantas cosas que los WEIRDS admiran: prosperidad, diversidad, concepciones sociales progresistas, etcétera. Se acerca mucho a ser casi el norteamericano posmoderno perfecto, siendo quizás por eso que tantos norteamericanos de esa inclinación lo adoran tanto. Es así que cuando el presidente Obama dice que no detecta rivalidades ideológicas con la Rusia de Putin, indudablemente dice la verdad tal como él la ve.
Los norteamericanos de todo tipo tienen una habilidad bien agudizada para ignorar los hechos inconvenientes, y nuestros ciudadanos mejor educados parecen ser particularmente proclives a eso (como lo he notado con nuestra incapacidad "experta" para percibir lo que cree Corea del Norte, aún cuando ellos no son tímidos al respecto). En el fondo, sospecho que Obama y muchos norteamericanos se niegan a aceptar la realidad descarada de Putin y de su régimen porque representan una versión pasada de nosotros, atrapada en visiones retrógradas que son completamente inaceptables para nuestras elites, y por lo tanto pretenden que no existen porque de hecho no existen en su mundo.
Para simplificarlo, Vladimir Putin es de lo que están hechas las pesadillas progresistas occidentales porque es lo que ellos creyeron que habían superado. Es un hombre tradicional con nociones "atrasadas" sobre básicamente todo: relaciones de género, raza, identidad sexual, el uso de la violencia, todo el paquete retrógrado. En cierto nivel, Putin es el Viejo Hombre Blanco que los posmodernos temen y aborrecen, excepto que éste controla el país más grande de la Tierra junto con varios miles de armas nucleares... y nos odia.
Por supuesto, da la casualidad que esto también explica por qué algunos occidentales que detestan el posmodernismo positivamente aman a Putin, al menos a una distancia segura. Algunos occidentales de extrema derecha (el término exacto es "paleoconservadores") llevan años diciendo que Occidente, sobre todo conducido por los Estados Unidos, se ha vuelto irremediablemente decadente y han estado buscando un líder para contrarrestar todo esto y, dicho y hecho, aquí está él, el nuevo "líder del conservadurismo global". Algunos "paleocons" han declarado que, con el fin de la Guerra Fría, los Estados Unidos se han vuelto la potencia revolucionaria global, buscando imponer sus visiones posmodernas en todo el planeta, mediante la fuerza si es necesario, y que ahora la Rusia de Putin ha emergido como el elemento contrarrevolucionario. En esta narrativa, la Guerra Fría 2.0 ha invertido los bandos.
Soy escéptico respecto de todo esto, pero es importante remarcar que el posmodernismo en cuestiones culturales y sociales que se ha vuelto la norma en Occidente en las últimas dos décadas ha tenido un trabajo duro a la hora de echar raíces en Europa Oriental. Es un hecho extraño que el haber vivido bajo la Vieja Izquierda (es decir el marxismo-leninismo) ha inoculado a los europeos orientales contra buena parte de la Nueva Izquierda de la década de los sesenta y de años subsiguientes, con su énfasis en el género, la sexualidad y la raza. Los "Estudios Críticos" no llegaron lejos con gente que tuvo que vivir bajo la KGB; de hecho, en la década de los ochenta la policía secreta en el bloque oriental consideraba todo esto -y en especial todo eso del feminismo y de los derechos de los gays- como desviacionismos burgueses e importaciones occidentales subversivas. Desde 1990, los países occidentales han hecho esfuerzos concretos por exportar eso, pero se ha topado con mucha resistencia, y no ha dejado una buena impresión más allá de los círculos cultos; es por esto que cuando los occidentales cultos se encuentran con, digamos, polacos cultos, "ellos se parecen a nosotros", porque han aceptado textualmente lo que les hemos dicho que es normativo en una sociedad "desarrollada".
La resistencia al posmodernismo occidental a nivel cultural es apenas un componente del putinismo, aunque es uno importante. Lo que viene primero, sin embargo, es un énfasis en la soberanía nacional, lo que significa una visión más tradicional, de hecho westfaliana, del poder del Estado y de la no intromisión en los asuntos ajenos. El hecho de que Putin se haya robado a Crimea indica que las visiones de Moscú en este tema son altamente condicionales. Sin embargo, debe notarse que las rutinarias recitaciones de Putin sobre la necesidad de respetar la soberanía, que por supuesto están dirigidas hacia los Estados Unidos, país al que Rusia considera como un hipócrita de primer orden en los asuntos internacionales, son populares entre otras potencias regionales que temen al poder militar de los EE.UU., en especial China e India. Más aún, sin lugar a dudas Putin argumentaría que su captura de Crimea no es en absoluto una violación de la soberanía ya que para empezar Ucrania no es un país legítimo (no se le ha dado en el extranjero la atención que merecía a una entrevista del año pasado en la que Putin se refirió a Ucrania como un mero "territorio"). Para muchos rusos, todo esto cae dentro de la necesidad de restaurar el honor nacional tras los desastres de la década de 1990, y se las debe aplaudir vivamente. Adicionalmente, hay muchas personas en el mundo a las que no les gustan ni Putin ni Rusia, pero que están contentas de que alguien en algún lugar se plante ante la hegemonía norteamericana.
El nacionalismo también importa. Esta es una cuestión espinosa en Rusia, que posee unos 185 grupos étnicos reconocidos y muchas religiones, siendo los rusos étnicos sólo cuatro quintas partes de la población, una proporción que está en caída. Hasta hace poco, Putin había hecho un buen trabajo promoviendo el patriotismo estatal y una suerte de multiculturalismo moscovita que celebra a los ciudadanos de la Federación Rusa, de cualquier etnia o religión, siempre y cuando acepten el dominio del Kremlin; el hecho de que esto se parezca poco a las nociones occidentales posmodernas de "tolerancia" y "diversidad" debe ser obvio. Sin embargo, los etnonacionalistas rusos de línea dura, equivalentes locales de David Duke, han estado frecuentemente bajo arresto en la Rusia de Putin, que teme desatar disputas étnicas que podrían volverse explosivas con rapidez.
Sin embargo la reconquista de Crimea ha provocado un claro cambio de tono en Moscú, y la celebración del nacionalismo ruso de la vieja usanza se ha puesto de moda. En su discurso a la Duma anunciando la anexión triunfante de Crimea, al hablar de los rusos, Putin específicamente usó el término étnico (russkiy) y no el más inclusivo "rossiysky", que se aplica a todos los ciudadanos de la Federación Rusa. Esto vino entre cánticos a todo el programa de la Gran Rusia, con una visión Moscú-céntrica de Europa Oriental aparentemente respaldadas por menciones a grandes santos ortodoxos. De manera clara pero no explícita, esto encajó con la ideología de la "Tercera Roma", una mixtura poderosa de ortodoxia, misticismo étnico y tendencias eslavófilas que tiene una profunda resonancia en la historia rusa.
Los occidentales parecieron sorprenderse de toda esta cosa de la "Santa Rusia", pero Putin ha estado lanzando indicios nada sutiles durante años de que su ideología de Estado incluye buena parte de este pensamiento de "volver al futuro", enmascarado en piedad y nacionalismo. Los "expertos" occidentales continúan declarando que una gran influencia proviene de Aleksandr Dugin, un filósofo excéntrico que postula el "eurasianismo", una rara mezcla de teoría geopolítica y neofascismo. Aunque Dugin no es irrelevante, su estrella en el Kremlin se apagó hace una década, aunque tiene algo de atención del Kremlin porque su padre fue un general en la GRU. Mucho más importante a la hora de discernir la visión del mundo de Putin, sin embargo, es Ivan Ilyin, un pensador político y religioso ruso que huyó de los bolcheviques y que murió como emigrado en Suiza en 1953. En el exilio, Ilyin adhirió a un neotradicionalismo etnorreligioso, envuelto en mucha cháchara acerca de un "alma rusa" única. De manera pertinente, creía que Rusia se recuperaría de la pesadilla bolchevique y que se redescubriría a sí misma, primero espiritualmente y luego políticamente, salvando así al mundo. La admiración de Putin hacia Ilyin es indisimulada: lo ha mencionado en muchos discursos importantes y en 2005 hizo que su cuerpo fuese repatriado y enterrado en medio de gran pompa en el famoso monasterio Donskoy; Putin pagó de su bolsillo una nueva lápida. Y a pesar del hecho de que incluso los voceros del Kremlin destacan la importancia de Ilyin en la visión del mundo de Putin, han sido pocos los occidentales que se percataron de ello.
Sin embargo, deberían hacerlo, porque el putinismo incluye una buena medida de ortodoxia basada en Ilyin y nacionalismo ruso que van juntos como mano en guante, lo que sus promotores llaman "symphonia", que significa una unidad de estilo bizantino entre Estado e Iglesia, en patente contraste con las nociones norteamericanas de separación entre Iglesia y Estado. Aunque la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) no es la religión oficial de derecho, en la práctica funciona como algo muy parecido, ya que disfruta de una posición privilegiada dentro y fuera del país. Putin ha explicado el rol central de la IOR al declarar que el "escudo espiritual" de Rusia (es decir su resistencia de base religiosa contra el posmodernismo) es tan importante para su seguridad como su escudo nuclear. Al mismo tiempo, las agencias de seguridad del Kremlin también han abrazado la ortodoxia, con el FSB promoviendo una doctrina de "seguridad espiritual" que se sintetiza en la IOR y los "servicios especiales" trabajando juntos contra Occidente y sus influencias malignas. Mientras que alguna vez los chekistas persiguieron a la iglesia con un fervor fanático, ahora es de rigor entre los oficiales de inteligencia rusos el ser religiosos, al menos públicamente. El FSB ha mantenido básicamente el logo de la vieja KGB, el famoso "espada y escudo", con San Jorge matando al dragón en donde antes estaba la vieja estrella roja.
Desde luego, Putin es un creyente público, y si bien hay escepticismo expresado en Occidente acerca de cómo este funcionario de nivel medio de la KGB se convirtió repentinamente en un ortodoxo piadoso, está claro que sin importar lo que crea en privado, el régimen de Putin se beneficia de la asistencia que la IOR le da a su ideología estatal neotradicionalista. El Patriarcado de Moscú, para referirse a la conducción de la IOR por el término correcto, no ha sido para nada tímido en su apoyo a Putin y su Kremlin, ofreciendo repetidas expresiones de lo que cree exactamente acerca de Occidente, y frecuentemente de manera muy vehemente.
La propaganda de la IOR muestra a un Occidente que decae hacia su muerte a manos de la decadencia y del pecado, enmarañado en una incredulidad confusa, aburrido y fracasando incluso a la hora de reproducirse. El Patriarca Kirill, cabeza de la Iglesia, explicó recientemente que la "principal amenaza" para Rusia es "la pérdida de la fe" al estilo occidental. Las prácticas de las "minorías sexuales", para usar la expresión del Kremlin para los estilos de vida de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, reciben críticas feroces. El padre Vsevolod Chaplin, vocero del Patriarcado de Moscú en estos temas, explicó que la homosexualidad "es uno de los pecados más graves porque cambia el estado mental de las personas, hace imposible la creación de una familia normal, y corrompe a la generación más joven. A propósito, no es casualidad que la propaganda de este pecado esté dirigida a los jóvenes y a veces a los niños. Priva a las personas de la felicidad eterna". Más aún, explicó Chaplin, el triunfo del matrimonio homosexual significa que a Occidente no le quedan ni cincuenta años antes de su colapso, y que entonces le tocará a Rusia salvar lo que se pueda salvar, para "volver cristiana a Europa una vez más, es decir, regresar a los ideales que alguna vez hicieron a Europa”.
Los activistas gays en Occidente se han aferrado a todo esto, pero es importante destacar que la prohibición rusa de la "propaganda homosexual" debe ser vista como parte de un asalto de máxima amplitud de la IOR, y por tanto del Kremlin, contra los valores posmodernos occidentales. (Los occidentales no parecen notar que las leyes antihomosexuales de Rusia son tibias en comparación con muchas que rigen en el mundo islámico y en África, y que Moscú continúa teniendo una pujante vida LGBT.) El putinismo rechaza el feminismo de corte occidental con tanta fuerza como lo hace con la homosexualidad. Como lo explicara recientemente el Patriarca Kirill, "considero a este fenómeno llamado feminismo como muy peligroso, porque las organizaciones feministas proclaman la pseudo-libertad de la mujer, que debe manifestarse primero fuera del matrimonio y fuera de la familia", a lo que le agregó que no es coincidencia que la mayoría de las líderes feministas sean solteras y sin hijos.
Al margen de la fe, no es difícil ver por qué Putin quiere combatir valores occidentales basados en el individualismo en materia sexual que han conducido sin lugar a dudas a tasas de natalidad más bajas, que es algo que Rusia, que ya está enfrentándose al desastre demográfico, no puede permitirse. La mismísima existencia del país está en juego, y por eso no podemos esperar que Putin retroceda en esto, especialmente porque puede de hecho creer en todo esto como cuestión de fe, y no sólo como conveniencia natalista.
Occidente, y en especial los Estados Unidos, han ayudado a provocar esto mediante la promoción activa del posmodernismo que Rusia ahora rechaza. No es un producto de la imaginación de Moscú el hecho de que el Departamento de Estado de los EE.UU. promueve el feminismo y el activismo LGBT, al menos en ciertos países. Cuando Washington D.C. considera la realización exitosa de desfiles del orgullo gay como un indicador clave de "progreso" en Europa Oriental, con el pleno apoyo de los diplomáticos norteamericanos, no nos debería sorprender cuando el Kremlin y sus simpatizantes se muevan para contrarrestar esto. Mis amigos en Europa Oriental, la mayoría de los cuales están cómodos con los derechos de los gays y el feminismo, me han remarcado a pesar de todo en muchas oportunidades que es curioso que el Gobierno de los Estados Unidos promueva esas cosas en países pequeños y pobres de Europa Oriental a los que puede intimidar, pero nunca en, digamos, Arabia Saudita.
Más aún, permanece la cuestión de qué tan universales son los valores posmodernos de Occidente más allá de las élites educadas. Hay gran evidencia de que muchas personas corrientes en Europa Oriental que le temen a Rusia están sin embargo más cerca de las posiciones del Kremlin en materia cultural que de las de los EE.UU. En Georgia, donde el odio a los rusos en general y a Putin en particular es universal, la resistencia a los derechos LGBT y al feminismo sigue siendo profunda y extendida, con el apoyo de la Iglesia Ortodoxa, a la vez que lo mismo se puede decir de Moldavia, donde hay temor agudo a una invasión rusa, pero también a los valores sociales de Occidente. Tampoco está limitada esta resistencia al Este. Se la puede hallar también en Europa Central, entre miembros de la OTAN y de la UE. En Polonia, la Iglesia Católica continúa resistiéndose a los valores sexuales posmodernos (a los que se refieren colectivamente como "género", es decir la suma de feminismo con derechos gays), lo que ha llevado a un obispo a calificarlos de "una amenaza peor que el nazismo y el comunismo juntos". La Croacia fuertemente católica ha rechazado en diciembre último el matrimonio homosexual por un margen de dos tercios, para espanto de los progresistas de toda Europa. Uno de los grandes tópicos del Kremlin y de la IOR es que Rusia representa el consenso global real en estos temas, mientras que Occidente es el excéntrico decadente. Su posmodernismo, proclamó recientemente el padre Chaplin, "es cada vez más marginal", agregando que "no puede ponerse a la altura de los desafíos actuales", mientras que las civilizaciones cristiana ortodoxa, china, india, latinoamericana y africana comparten valores opuestos y jugarán un rol activo en la construcción de relaciones pacíficas entre sistemas civilizacionales. Dadas las recientes tendencias globales en cuestiones sexuales, con la India y países africanos sancionando duras leyes contra los gays, vale la pena considerar si Moscú tiene algo de razón.
Estamos entrando en una nueva Guerra Fría con Rusia, lo querramos o no, gracias a las acciones de Putin en Ucrania, que no son ni remotamente el objetivo de la política exterior que conduce el Kremlin. Mientras Occidente siga pretendiendo que no existe un componente ideológico en esta lucha, no entenderá lo que está ocurriendo. Para expresarlo de manera simple, Putin cree que su país ha sido victimizado por Occidente durante dos décadas, y está rechazándolo a la vez que busca socios. Tendremos muchos aliados para resistir la agresión rusa si nos enfocamos en cuestiones de libertad y soberanía, defendiendo el derecho de los países más pequeños a escoger su propio destino.
Sin embargo, hacer demasiado énfasis en asuntos sociales y sexuales, es decir indicarles a los países cómo deben organizar sus sociedades y familias, será estratégicamente contraproducente. Algunos norteamericanos ya creen que es Putin y no Obama quien está del lado de Dios en esta lucha, y esto sólo empeorará conforme Europa lleve al poder a más partidos de extrema derecha, muchos de los cuales sienten comprensión hacia el Putinismo, y algunos están secretamente en la nómina del Kremlin. Si escogemos resistir a Rusia porque Putin rechaza los derechos de los gays y el feminismo, tendremos menos aliados y partidarios que si nos enfocáramos en cambio en temas de soberanía y dignidad nacional. La elección es nuestra. La Internacional proclamó célebremente que "esta es la lucha final" (c’est la lutte finale), y quizás nos hallemos ahora en ese mismo conflicto; no hay dudas de que los occidentales posmodernos sienten que sus creencias sociales son el punto final de todo el desarrollo humano, y pronto descubriremos si ellos tienen razón. El primer paso es aceptar que de hecho somos los WEIRD.
19 comentarios:
Putin es de otro mundo. Yo, también. ¿Y usted?
Muy buen artículo el de la gaceta, occidente es decadente y una vergüenza.
Está perfecto lo que hace Putin.
Si lo digo yo me sacan tarjeta amarilla.
Gracias don Enmas por la nota y la traducción, más que interesante.
¡Uy por dió, el agradecimiento era para Mayor! Los años empiezan a hacer sus estragos...
Si ya existe la recién proclamada "República Popular de Donetsk", ¿a cuánto estamos de la "República Democrática de Donetsk del Norte", la " República Verdaderamente Democrática de Donetsk del Sur", la "República del Pueblo del Donetsk del Este", la "República Unificada del Donetsk del Oeste".... y así hasta acabar con los puntos cardinales???
Habría que saber bien por qué razón el autor habla de que "mientras Occidente no se dé cuenta de que hay un COMPONENTE IDEOLÓGICO en esta lucha no entenderá lo que esta ocurriendo".
Hubiera sido, a mi criterio, más correcto decir que los gobernantes demócratas americanos y buena parte de la intelectualidad progresista europea CREEN que esos valores de ellos, la élite intelectual, son universales y compartidos por los "cultos" y que ven a Putin y a los demás europeos orientales como "incultos" y "atrasados". Éste es el punto de error, así como la total ignorancia típica de un buen número de americanos y europeos buenistas acerca de la historia y la cultura y del sentir nacional de otros países.
Durante medio artículo se lo dedicó a explicar que el posmodernismo era casi patrimonio de las "personas cultas" de Occidente y de Europa Oriental porque, entre otras, reivindican los derechos de los LGTB y del feminismo, olvidándose de un plumazo que buena parte de la población de EE.UU. y de Europa no los acepta ni reivindica sino que los rechaza, o los tolera para no quedar excluidos por no ser políticamente correctos.
Entre otras cosas, los posmo apoyan el aborto y el relativismo moral y esto es inaceptable para muchas personas.
La importante cantidad de personas que rechazan esos "valores pos modernos" han sido declarados de entrada por este autor como incultos, lo que es por lo menos peyorativo y marca una visión elitista.
Las creencias, sentimientos de odio o afecto basadas en hechos histórico-culturales, frutos del paso de los siglos en pueblos antiguos como los de Europa Oriental, los simplifica reduciéndolos a factores ideológicos y esto es, en mi humilde opinión, un error grueso y bien propio de intelectuales que confunden sentimientos con ideología ya que las ideologías, como su nombre indica, parten de ideas racionales o más o menos racionales ya que también se componen de prejuicios.
El nacionalismo y el orgullo nacional, con su indeseable componente xenófobo, no son factores racionales sino emocionales, no necesariamente conscientes, que se potencian en el caso de que el pueblo común se sienta amenazado por el extranjero o por un enemigo histórico que moviliza la memoria histórico- cultural de los pueblos.
La discusión de si la religión es equiparable a la ideología o, al menos una parte importante de ella, es algo bizantina ya que no hay aún acuerdo pese a que se viene discutiendo entre pensadores de las ciencias sociales durante al menos los últimos 200 años, para no irme más lejos.
Sí es correcta la descripción que hace de cómo Putim está empleando todos los trucos de apoyarse en la vieja historia rusa y en el poder de la religión ortodoxa con su visión de la decadencia de los valores morales del Occidente.
No puedo opinar de si Putin es o no un fiel creyente ortodoxo porque eso lo sabrá él, pero sí tengo clarísimo de que está actuando dentro de una línea tradicional de los gobernantes rusos en situaciones de crisis.
Ya lo hizo Stalin para ganarle a
los nazis...
Buen artículo en general sobre el tema, pero muy discutibles algunas opiniones.
El artículo que linkea AMDG es el más puro resumen reaccionario. Pero de reacción contra la historia, contra la realidad.
Al final pretender "ser de otro mundo" es una utopía regresiva igual ue la de Evo Morales que sueña la restauración del Tahuantinsuyo.
Es la regresión a un mundo sin homosexuales a la vista, con la religión rigiendo la vida de la sociedad y del Estado, de última también es el anhelo de un Hombre Fuerte o un dictador que nos señale lo bueno y lo malo.
Disculpe, AMDG pero lo que ocurre hoy no tiene que ver con la caída del muro, ni con la muerte de Francisco Franco por la Gracia de Dios Caudillo de España (Una!). Es apenas el simple desarrollo de un ciclo histórico que arranca con la aparición del pulgar oponible, que se acelera con la Revolución Industrial y que en última instancia se hace a paso acelerado desde la irrupción de los medios de comunicación electrónicos.
Putin pretende otro mundo, no es de otro mundo. Aunque insista en ser el amo de su casa, el Señor de su castillo, segurametne su realidad doméstica es la del otro mundo, la del mundo que repudia por proocidental, por prodemocrático, y los lujos que se da su esposa, su amante, o su chongo, son bien capitalistas, hedonistas y materialistas.
En resumen: Putin, los que quieren el mundo preconciliar, y los que piensan que pueden diseñar la sociedad según sus deseos, se pueden ir bien a cagar. Eso si, confesándose debidamente.
Anónimo de las 2.23 aplaudo y suscribo al pie.
Que situación. Coincido a la vez con el comentario del Enmascarado y con el del anónimo de las 2.23, al que creo sospechosamente conocido, en especial por la referencia a la restauración del Tahuantinsuyo, con la que años atrás conversamos repetidamente con un colega.
Video: ¿Por qué decenas de personas murieron calcinadas en Odesa?
Los amigos que quieren democracia segun blogbis.
http://actualidad.rt.com/actualidad/view/127250-video-investigacion-tragedia-odesa
La versión multimedia de Pravda opera para el Kremlin, ¿acaso alguien se puede sorprender?
Anónimo: murieron por manifestarse en la calle y ocupar un edificio gubernamental ucraniano pese a que la policía se pasó bastante tiempo tirándoles gases y dando palos para disolverlos. Encima agregale la presencia de tipos jodidos extremistas ucranianos que se dedicaron a devolverles las cortesías anteriores a los prorrusos y que, cuando la policía se retiró súbitamente (grave error de las autoridades ucranianas), se precipitaron a meterles más palos y algún balazo hasta que los atraparon e incendiaron dentro del edificio.
Es lo jodido que tienen las guerras civiles o la lucha previa, la gente muere de manera salvaje en manos de otras gentes semejantes a ellos que actuarían igual si la situación se invirtiera.
Hasta que no empiece la etapa "civilizada" de un ejército uniformado luchando contra otro también uniformado, estas escenas se harán habituales. Por otra parte, los militares se comportan muy distinto si saben que hay periodistas con cámaras filmando lo que hacen. Cuando no hay cámaras cerca, se producen las masacres...
En efecto, reaccionario. Vista tu reacción, se trata de una Reacción como Dios manda: una reacción contra la revolución. ¿Contra la historia? Para eso habría que conocer el sentido de la historia. Tu, como liberal, deberías abstenerte de señalarlo. ¿O es que crees que la “democracia de mercado” armada por una economía sustentada en una moneda fiat es el fin de la historia? Espera unos años.
No sé quién es Tahuantinsuyo, ni me interesa. Occidente no está para ninguna restauración, no tiene remedio.
Ahora si crees que el fin de la historia es tener a sodomitas adoctrinando a los niños, estados ateos (“laicistas”, claro), regímenes demagógicos delirantes “que nos señalen lo bueno y lo malo” como los que sufrimos, no tengo nada que decir. Con tu pan te lo comas (mientras tengas pan).
Los demás trataremos de protegernos del derrumbe, y apoyaremos cualquier intento de oponerse a este estado de cosas. En efecto, reacción frente a gentes como tú, como vosotros.
El evolucionismo que presentas es grosero y ridículo. ¿No te das cuenta de que a esto le quedan muy pocos afeitados?
¿Y tu no pretendes diseñar la sociedad según tus deseos? No claro, no son vuestros deseos, porque vosotros sois los portadores de la objetividad histórica. ¿Pero eso no era eso el proletariado?
Sois parte de la izquierda, mal que os pese. (Ya, ya sé, mejor izquierda que reaccionario). Pues sufridla mientras los reaccionarios nos reímos.
La prensa española se ha cubierto de gloria con los sucesos de Odessa.
http://actualidad.rt.com/actualidad/view/127163-espana-prensa-ucrania-incendio-odesa-manipulacion-mentira
AMDG, tres comentarios solamente.
El primero es que tus comentarios se están pareciendo demasiado a un simple trolling.
El segundo es una corrección. El Tahuantinsuyo no es un quien. Fue un que. A veces es bueno salirse de las anteojeras y tratar de entender los argumentos del otro.
Y el tercero, es una estocada, de puro mala leche: Boko Haram también es de otro mundo.
Y tres respuestas, sin acritú.
Primero, ¿y qué?
Segundo, ya te digo que no me interesa, ni creo que viniera a cuento.
Tercero, sí, pero ese no es el mío.
La principal, cúal es el fin de la historia? ¿El liberalismo?
Desde luego, no acepto que o liberalismo Boko Haram.
Buenos días.
Sobre los liberales que dizque conocen el sentido de la historia:
We all want progress, but if you're on the wrong road, progress means doing an about-turn and walking back to the right road; in that case, the man who turns back soonest is the most progressive.
C. S. Lewis
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