Aunque buena parte de los analistas rusófilos que cunden por allá (y por acá) aseguraban que Francia iba a hocicar y le iba a entregar los dos buques de asalto anfibio que se construyen para la armada rusa,
el regreso de la tripulación designada para llevar el Vladivostok a casa parece que demuestra que por ahora el barco no se va nada.
Pensar que en lejanas épocas la Argentina aprovechó una situación similar para hacerse de dos magníficas corbetas.
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