29 de febrero de 2016

"Bombita" Bergoglio

No es una novedad que entre el Papa y Macri existen diferencias ideológicas y políticas marcadas. Marcos Peña intentó disimularlas ayer al afirmar que "Francisco no es kirchnerista ni es de Cambiemos". Y es verdad. Pero cualquiera que siga la palabras del Pontífice, o examine sus relaciones en la esfera socioeconómica, advertirá que ese universo conceptual y personal está mucho más cerca del kirchnerismo que de Pro.

Más todavía: quienes lo conocen desde hace décadas observan que Bergoglio ya no se referencia en el peronismo clásico, en cuyo centro están los sindicatos, que son parte del sistema. En los últimos años se ha acercado a movimientos sociales más rupturistas y hasta ha promovido una red, a la que pertenece la Tupac Amaru, de Milagro Sala, pero también la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, el Movimiento de Trabajadores Excluidos, el Movimiento Evita, el Movimiento Popular Patria Grande, el Movimiento Nacional Campesino Indígena, la Unión de Trabajadores de la Tierra, el Movimiento Popular La Dignidad, la Organización Social y Política Los Pibes, entre otras organizaciones. La imagen que Bergoglio se forma de la vida pública argentina es en gran medida por el contacto con los dirigentes de esas agrupaciones.


Lo que nos faltaba, que Bergoglio convirtiera al Vaticano en una Puerta de Hierro para toda la bosta indigenista y robolucionaria.

Con esta perspectiva, se entiende que para un tipejo como Ernesto Cardenal (el mismo al que San Juan Pablo II cagó a pedos por encamarse con los sandinistas ni bien lo tuvo a tiro en el tarmac del aeropuerto de Managua), este Papa simpatizante del movimiento político que se dedicó a la piromanía de iglesias el 16 de junio de 1955 sea "mejor de como podríamos haberlo soñado".

Como siga así, voy a terminar mirando con cariño al lefebvrismo.


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