28 de marzo de 2016

Ojalita, ojalata, chuculita, chuculata

El peronismo, en su peor momento
La célebre sentencia de que "el poder desgasta al que no lo tiene" de Giulio Andreotti la importó de Italia el menemismo en los noventa para referirse a la desordenada oposición radical. Ahora, dos décadas después, le cae al peronismo como un traje a medida. Con un agravante: a diferencia de otros "destierros" del poder como en el año 83 o en el 2001, esta vez el peronismo carece de referentes creíbles para la sociedad y de un discurso que lo sostenga como alternativa política. Si bien tan solo pasaron poco más de 100 días de la llegada de Mauricio Macri al gobierno, también es verdad que ni propios ni ajenos imaginaban semejante desgaste del partido que estuvo en el poder 24 años desde el regreso de la democracia.
Macri mucho tiene que ver con el momento del peronismo. En 100 días destruyó dos mitos. Uno, que era imposible gobernar sin contar con una mayoría propia en el Congreso y, el otro, que el peronismo siempre termina volviendo al poder porque le hace la vida imposible al que gobierna. Estas dos "verdades" del funcionamiento del poder en Argentina se destruyeron en tres meses: el macrismo está logrando avanzar en Diputados y Senadores sin tener mayoría y el peronismo está muy lejos de poner en peligro a gobierno alguno.
Para que se tenga dimensión de la crisis, hay dirigentes territoriales bonaerenses que, preocupados, se plantean cuál es el futuro del partido. Si el radicalismo prácticamente pasó a transformarse en un socio menor de una nueva expresión -el PRO-, no habría razones para que al peronismo no pueda sucederle lo mismo.
Buenos Aires 2017 es un ejemplo. El año que viene, aparte de diputados, los bonaerenses elegirán senadores nacionales. Hoy las encuestas -y lo que se dicen en los despachos del poder- indican que hay dos grandes fuerzas peleando por los dos senadores de la mayoría y por el de la minoría: PRO, que llevaría de candidato a Jorge Macri, y el Frente Renovador (FR), con Sergio Massa. El peronismo, acéfalo de un candidato fuerte en la provincia, por primera vez en su historia podría no tener senadores nacionales por Buenos Aires.


Está bien, el que escribe la nota es Fabián Doman, que últimamente da más para un reality show que para columnista político, y en la Argentina los diagnósticos tienen vida útil limitada. Pero leyendo la nota, cuesta sacarse de la cabeza a Kevin Johansen cantando "Qué lindo que es soñar, soñar no cuesta nada..."


1 comentario:

BlogBis dijo...

Si no encuentran una nueva manera de encarnar, se van a transformar (para alegría del resto) en un ánima en pena.

(que figura gauchesca, no?)