7 de julio de 2016

Regreso al pasado







   Cuando el día domingo 3 de junio apareció en la portada de El Mercurio de Santiago que se había inscrito 30 partidos en el Registro Electoral, me había acordado de un pasaje del libro Desde las Cenizas, en que describía de repente afloraron como callampas varios partidos políticos en un período de nuestra historia. De ahí que se quedo en mi mente, mientras esperaba la oportunidad de escribir al respecto, ya cuando cambiaron el sistema binominal, ya sea cuando aparecieron los partidos como Evópoli, Amplitud, Fuerza Pública u otros. En el sistema anterior, los partidos chicos participaban más en la ex Concertación que en la Derecha, hasta que se aburrieron del bloque por no compartir su ideario. Me refiero a los Humanista y los Verdes.

   No sé si los académicos ya jubilados se habrán acordado al ver esa portada de El Mercurio que la historia se repite, mas con variaciones. El periodista norteamericano James R. Whelan escribe en el libro -varias veces mencionado en este blog -Desde las Cenizas: Vida, Muerte y Transfiguración de la Democracia en Chile 1833 -1988-, la situación política y económica del segundo gobierno de Ibañez del Campo, que es idéntica a la actual, aun cuando han transcurrido 63 años desde 1953. La semejanza asombra, pues en ese tiempo existía el mismo rechazo a los políticos y la situación económica se estaba deteriorando. Leer la Historia no sirve para entender el presente, y quizás encontrar soluciones.

   La Historia no es lineal, sino cíclica. De cuando en cuando aparecen las sombras o los matones, a los cuales se creía haber vencido. Me queda más que claro que los únicos que aprendieron de la Historia de su propio país, en cuanto a quienes los precedieron acumularon una serie de desatinos, errores que, al final, llevaron al país a la ruina, al odio y la división son, pues, las personas que trabajaron en el Gobierno Militar. Ellos crearon una institucionalidad política y económica teniendo en cuenta el pasado. Había vivido unas políticas que fracasaron. Por tanto, había que crear otras políticas que crearan estabilidad y prosperidad. Aprendieron de la experiencia. El mismo general Augusto Pinochet lo dijo, cuando le preguntaron en una entrevista. No iban a hacer lo mismo que los políticos que llevaron al país al abismo.

  Podríamos encontrar una analogía entre el segundo gobierno de Ibañez de Campo y el segundo gobierno de Bachelet. Empecemos, pues. Bachelet prometió acabar con la influencia de los poderosos de siempre y la relación entre el dinero y la política, condenando el lucro en algunas actividades, sin embargo, el país se ha envuelto en una putrefacción, en los mismo que condenan el lucro, se dan, por ejemplo, así mismo millonarias jubilaciones muy superiores al resto de los chilenos. Ver la esposa del socialista Andrade, quien luego de trabajar en Gendarmería recibió una pensión muy superior a los generales y almirantes en retiro. Whelan dice: “Ibañez había prometido barrer lo malo. Lo que el gobierno obtuvo fue un gobierno mimado por una corrupción sin precedentes, que llegaba hasta el poder”.

   En relación a la economía llega ser lo mismo: “El desorden económico se agravó y, cuando se trató de curar los males económicos que la política había creado, el intento moriría en un pantano de aún más política”.

   Por último, las personas hace 63 años estaban aburridas de la politiquería y demagogia igual que hoy día. Eso se vio en los famosos “cabildos” o soviet que quiso instalar el gobierno, a los pocos participaron y en las Primarias de Junio, en la ganó la abstención. Como contrapunto, emergen una cantidad inmensa de partidos: “En el frente político, hubo desintegración en lugar de consolidación: como ya se ha observado, en 1953, un año después del advenimiento de Ibañez al poder sobre una cresta de una ola de repudio a la politiquería incesante, una cantidad sin precedentes de 36 de partidos políticos apareció para cotejar el electorado”. (La negrilla es mía).

  En estos dos años del segundo gobierno de Michelle Bachelet hemos retrocedido bastante. La mayoría no se da cuenta, salvo en lo que concierne al desempleo, el bajo crecimiento y al despilfarro. Como dijo el bloguero Tomás Brandovic, Bachelet en dos ha hecho una destrucción que en otros tiempos llevaba cuarenta años, en lo referente a la economía.

   De nada sirvieron la institucionalidad dejada los militares en que primaba la ley o la norma, y no la arbitrariedad del burócrata de turno como lo hemos visto en el Servicio Electoral, en Impuestos Internos, quienes no se rigen por lo que dice ella. He allí la incerteza jurídica que denunció Hernán Büchi. Las personas comunes y corrientes no saben a qué atenerse. Muchos pensaron ingenuamente que la coalición DC/UP había aprendido de sus errores y, que sobre todo, que los que formaron parte del gobierno de Allende habían cambiado. La renovación socialista, la tercera vía y el socialismo liberal. Fue una farsa, pues los lobos se disfrazaron de ovejas, esperando neutralizar a sus oponentes: la derecha y las Fuerzas Armadas.

 Ni siquiera atesorando las experiencias de la vida pública como piensa Gulliver cuando conoce a los inmortales de Struldbrugs, volvemos a caer una y otras vez, como si nada hubiese pasado. La expresión chilena es “dispararse los pies cada cuarenta años”, como si el aprendizaje fuese insuficiente. El mito de Sísifo. El personaje de los Viajes de Gulliver es bastante optimista: “Por último, registraría cuidadosamente todo acto y todo acontecimiento de consecuencia que se produjese en la vida pública, y pintaría con imparcialidad los caracteres de las dinastías de príncipes y de los grandes ministros de Estado, con observaciones propias sobre cada punto. Escribiría exactamente los varios cambios de costumbres, idiomas, modas en el vestido, en la comida y en las diversiones. Con estas adquisiciones, sería un tesoro viviente de conocimiento y sabiduría, y la nación me tendría, ciertamente, por un oráculo”.

  Ser oráculo como lo presenta Jonathan Swift no es como el Museo de la Memoria. La mala hierba nunca muere.

1 comentario:

Rolando el furioso dijo...

La atomización de los partidos, no necesariamente representa un aumento de la representatividad del espectro de pensamiento de la gente, sino más bien una fractura interior de estos que manifiesta la falta de sintonía de los primeros con los últimos.
Aparte de la sensación, al interior de los partidos, de que la torta es muy grande y que se está repertiendo entre muy pocos. Eso despierta la "vocación de servicio público" de estos esforzados personajes.