"En la sombra de los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La mayoría expresaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces dimos la única lección que cumplía y espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical. "
Un siglo después, el país y sus opinadores vive mirando los gestos, descifrando las palabras, y midiendo los tics de un jesuita encaramado en el poder de Roma, y cantidades de bienpensantes juegan a ser su exégeta.
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