25 de agosto de 2018

Matar al muerto




El 3 de septiembre de 1658 murió Oliver Cromwell, Lord Protector del Commonwealth, máxima autoridad británica luego de la victoria del bando Roundhead en la Guerra Civil. Sus restos fueron enterrados con pompa real en la abadía de Westminster.

Tres años después al reinstalarse la monarquía, Cromwell que estaba bien muerto ya, fue exhumado y sometido al castigo aplicable a un regicida (merece leerse al respecto el capítulo inicial de Vigilar y Castigar). Así que los despojos del ex Lord Protector fueron colgados de Tyburn Tree y luego de su decapitación la cabeza exhibida para escarnio público. Supongo que no le sacaron las tripas porque estas seguramente habían alimentado la biota subterranea de la abadía.

Aunque pasaron tres siglos y medio, y ahora se invocan otras razones parece que la costumbre europea de abrir tumbas y ajusticiar muertos sigue viva. Ahora, 43 años después de muerto el turno le toca a Francisco Franco, que igual que Cromwell se cargó un sistema político e implantó otro a su gusto.

Me queda la duda si en este caso, igual que en aquel otro, lo que se pretende no es  matar  al que efectivamente ya está muerto, sino a su temida sombra.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja, así que lees a Foucault? haceme reir, me vas a decir que también leiste a Baudrillard ?

BlogBis dijo...

Psé. Y Bordieu, y Lyotard. Y a Marx de vez en cuando.
Y Latour, y Durkheim, pero si me apura un poco el que más me gusta y más aplica a esto es Halbwachs

carancho dijo...

Leo páginas españolas, y parece haber temor ante el resurgimiento del "franquismo."