4 de abril de 2005

Néstor, paracaidista húngaro

Un diciembre de hace 26 años, la intervención a última hora de Juan Pablo II evitó que se iniciara una demencial guerra con Chile. La mediación papal aceptada a horas de la Hora H, detuvo un dispositivo de invasión que estaba listo para iniciar una campaña planificada con una ligereza y un optimismo delirante, reflejada en las palabras de algún jefe que prometía brindar con champán en Santiago y hacer pis en el Pacífico, desconociendo la férrea decisión del pueblo chileno de defenderse hasta las últimas consecuencias vendiendo carísimo cada metro de terreno.
Un junio de hace 23 años Juan Pablo llegó a Buenos Aires, luego de pasar por Londres llevando su misión pastoral a ambos lados enfrentados en otra guerra absurda.
Hace 18 años, el Papa volvió al país, ésta vez sin la presión de un conflicto armado trayendo un mensaje de reconciliación a la sociedad argentina, reconciliación que lamenteblemente aún hoy muchos desconocen,y que otros como Verbitsky, el escriba oficial del presidente, no sólo deliberadamente esquivan sino que incluyen a la Iglesia entre sus blancos de ocasión.
Sólo recordar la Mediación Papal, y la guerra que se evitó liga indisolublemente al papado de Juan Pablo II con la historia contemporánea de la República. Miles, decenas de miles de jóvenes argentinos hoy están vivos y enteros gracias a que esa guerra que nunca se inició. La República le debe la vida de tantos de sus hijos, y en consecuencia debería a la hora de su muerte estar presente en sus exequias con lo más encumbrado de su dirigencia: el presidente debía estar en Roma, pero el Néstor, con su mentalidad de cabotaje, prefirió como a él le gusta decir mirar para otro lado y hacerse el paracaidista húngaro.
Promete ir a la asunción del sucesor, como si todo se tratara de una obligación protocolar. En apenas unos días el cuerpo que nació como Karol Wojtila, y que se recordará en la Historia como Juan Pablo II bajará a la tierra, para fundirse como polvo en el polvo. Más de 200 jefes de estado van a acompañarlo, reafirmando el rol histórico que cumplió éste pontífice. El Néstor probablemente de vacaciones en el Calafate ni siquiera lo vea por TV, como seguramente sí lo van a hacer los paracaidistas húngaros, y millones de personas en todo el mundo que ven que en Juan Pablo despiden a un grande.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como cristiano, me daría asco ver al Néstor y la Cristina en el Vaticano. Mejor, que se queden en su palacio municipal. No sea cosa que se les ocura ir y llevar a Hebe de Bonafini en la comuitiva...

Sine Metu dijo...

Estas ratas habrían sido muy felices si hubieran habido muchas muertes de militares durante la guerra evitada.
Además, como medio chileno, la rata K se aseguraba seguir con la vaca atada.