13 años atrás estuve en Nueva Orleans. Un destino poco habitual para los argentinos, donde me llevó la obstinación de mi amigo Cristian. Encontré una ciudad fascinante para los arquitectos, para los historiadores y para esa cruza que somos los que nos dedicamos a la historia de la arquitectura. Una ciudad extrordinaria para los fanáticos del jazz, y una ciudad terrible para los que sufren de problemas digestivos, ya que la experiencia de la comida cajún puede ser deliciosamente terminal.
Creo que fue frente a Jackson Brewery , en Decatur Street, donde me mostraron en una antigua fachada una marca, a cinco a seis metros del piso que recordaba el nivel de una histórica inundación del Mississippi. Vista desde abajo parecía increíble que alguna vez el agua hubiera llegado a ese nivel y la ciudad hubiera sobrevivido. Me imaginé lo que podría ser una ciudad, bajo una masa semejante de agua. Ayer se hizo realidad, cuando las aguas del rio, del Ponchartrain y del golfo, volvieron a invadir la ciudad.
Pero la vida volverá a los bayous. New Orleans volverá a recuperarse, va a brillar como antes, los saxos volveran a sonar en Bourbon Street, y otra vez se disfrutará de una charla con amigos en el Café Beignet.
(dedicado a mis amigos Russovich, y a sus primos Rusovich en N.O.)
argenblogs
3 comentarios:
Espero que sea así, sería una gran lástima que se pierda todo ese distrito histórico...
vamos...vos estuviste en "wild on" rogando porque las chicas te muestren lo suyo... No me vengas con eso de lo historico.
En los primeros tiempos, cuando extranabamos Baires, nos haciamos el viaje de 6 horas desde Houston hasta N.O. para que nos aprete un poco la gente en la calle los sabados a la noche.
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