¿Un destino repetido para un tiranuelo latinoamericano?

Alla por los ochentas un pequeño miliquito centroamericano desafió a los Estados Unidos.Primero desde una tribuna en la que blandía un sable que revoleaba al compás de su discurso nacionalista y "antigringo".
Mientras el subcontinente hervía de intentonas insurgentes se hizo el otario y admitió las operaciones del FMLN en su territorio y se negó a apoyar a la Contra Nicaragüense. Hasta ahí los norteamericanos lo toleraron.

Engolosinado con su papel de nuevo héroe antiimperialista y más engolosinado por la plata fácil se metió de cabeza en el negocio de a droga.

Y ahí ya no lo toleraron más. El asunto se cerró con una expedición punitiva (Operation Just Cause) que le valió a Pineapple Face un célebre retrato, del que no lo salvaron ni siquiera sus Batallones de la Dignidad.

Veinte años después, Hugo Chávez parece que está repitiendo casi el mismo guión, sólo que en un país más grande, con más recursos y mucho más dinero. El mensaje revolucionario, la tolerancia con los grupos insurgentes de países vecinos, y ahora, la droga.

Ésta semana el gobierno Bolivariano cortó toda cooperación con la DEA, en un marco de creciente sospecha sobre la implicación cubana y venezolana en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Es cierto que el mundo no es el mismo después del 11/9/2001, pero no sería de extrañar que ésta movida no sea la que le haga ganar al cocoliche venezolano su merecido mugshot.

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