7 de septiembre de 2005

El espíritu del gaucho

Ésta mañana le comentaba a Agados la increíble (y trágica) saga argentina, que nos llevó de ser de los primeros países del mundo a principios del siglo XX a ésta condición de subdesarrollo por elección que hoy sostenemos con un ahínco incomprensible, en un caso creo que único en el mundo. Carlos Escudé se ha ocupado del asunto en profundidad, en un texto que ya he recomendado en otro post.
Por eso es que no quiero que éste post se confunda con un alarde nacionalista. Nada mas lejos de mis intenciones. Al contrario. A lo único que apunto es a reafirmar aquello de que "en la Argentina los políticos destruyen durante el día la naturaleza lo reconstruye durante la noche". Y debe ser así nomás, porque si no es inexplicable que a pesar de los permanentes desatinos, de la incapacidad supina de los gobiernos, de la crisis absoluta de dirigencia, todavía el país sea (según la ONU, vía LNP) el país más desarrollado de latinoamérica.
Lo trágico es que esa capacidad para la reconstrucción automática, para la recuperación milagrosa de los daños, es la que en el fondo explica que nadie se preocupe por salir del pozo.
Es como si el espíritu del gaucho -criado para vivir de la naturaleza- arrasado por los colonos y los agricultores, empujado a la extinción por el progreso a fines del siglo XIX, hubiera vuelto para apoderarse de todo y dejarnos para siempre el sino de ser hijos de la pampa.

2 comentarios:

Sine Metu dijo...

Cada lechón en su teta
es el modo de mamar

Con frases como esta, los padrastros de la patria fueron programando las mentes de los "nuevos gauchos" para acostumbrarse a esperarlo todo del Estado, que es el Partido, que es el Líder.

Anónimo dijo...

Y no te olvides de lo de "donde hay una necesidad hay un derecho", famosas palabras de la Perona, hoy recordadas en los afiches del Frente para la Victoria