23 de enero de 2006

Medio siglo de fracaso para el libre comercio

Hoy día que la memoria colectiva apenas alcanza a lo que se publicó en los diarios la semana pasada, alguno puede sorprenderse de que el Mercosur esté prácticamente agonizando.
Pero alguien con dos gramos más de memoria seguramente recordará que mucho antes fracasó algo que se llamó ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) un organismo que se creó allá por 1960 a partir del Tratado de Montevideo.
Pertenecer a la ALALC implicaba aceptar un proyecto de integración económica que (en los papeles) apuntaba a fomentar el económico de la región. Los miembros iniciales dueron la integraron la Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Un año después se unieron Ecuador y Colombia. En 1966 ingresó Venezuela y por último Bolivia en 1967. (curiosamente el orden en la secuencia es similar, para el caso de los países que se han sumado al Mercosur).

La Unión Aduanera propuesta jamás llegó a realizarse. Eso si, mantuvo a un nutrido lote de funcionarios multinacionales que vivíeron años de su chapa. Para los setenta la ALALC era apenas letra muerta, indisimulablemente. Ergo se la reemplazó por la ALADI. Esta vez una Asociación Latinoamericana de Integración. El mecanismo que se proponía era el de pactos bilaterales, a los que se podían ir sumando terceros países. Un sistema que ya entonces el BID indicó era "un marco mucho más indeterminado y con menos alcance" que el que sustituía.

Hija de ese sistema en los años del retorno a la democracia y con los pactos Alfonsín-Sarney se gestó el proyecto de integración bilateral que luego con Paraguay y Uruguay se conformó en el Mercado Común del Sur con el acuerdo de "Cuatro mas uno" con la adhesión de Estados Unidos. Era 1991 y corrían los odiados años noventa, los del repudiado neoliberalismo, tal vez por eso los objetivos básicos propuestos de establecer la libre circulación entre los países miembros, de bienes y servicios mediante la supresión de los aranceles aduaneros y las restricciones no arancelarias; y el establecimiento de aranceles externos comunes no parecían ninguna amenaza y si más bien una herramienta para construir la integración del bloque.
15 años después, la libre circulación de mercaderías es una entelequia. Brasil y Argentina se enfrentan cada dos por tres para ver quién le saca alguna ventaja al otro. Más bien lo que iba a ser una herramienta de liberación del comercio se ha transformado en una trinchera donde resisitirlo, como quedó demostrado en la cumbre de Mar del Plata. Mientras tanto los socios menores miran azorados, sin recibir casi ninguna ventaja de la promesas de antaño. Paraguay primero y Uruguay después amenazaron con irse del bloque. Hace una semana los presidentes de Brasil y Argentina se reunieron para "relanzar" la unión recordándose mutuamente la necesidad de atender a los socios minoritarios. Sin embargo hoy mismo, brasileños y argentinos siguen discutiendo tabiques administrativos, para que cada uno siga disfrutando de su quinta.
El Mercosur se derrumba, pero no es un fracaso nuevo. Es la continuación de un fracaso que lleva 46 años. Y de un proyecto que curiosamente, sólo funcionó más o menos bien en el momento que los políticos que hoy rigen a América del Sur más repudian.

1 comentario:

Luciano A. Cingolani dijo...

Lo de la ALADI no tiene desperdicio: una asociación regional que propone "pactos bilaterales" es lo más. Inútil por antonomasia.