La “memoria histórica” (la oficial) siempre la escribe quien tiene el poder cultural capaz de tergiversar o mentir, en función de un credo ideológico. La intelectualidad uruguaya ha dado más de una prueba de insinceridad corporativa al respecto. Para comprobarlo, basta revisar la bibliografía reciente relacionada con la dictadura, donde se rinde culto a la “mística” revolucionaria hasta el cansancio. Un mesiánico armado no es un mesiánico armado, sino un “luchador social”. Y está bien. Desde una perspectiva mercantilista, es lo correcto. Así es que se venden libros, discos, entradas de teatro. Porque culturalmente, se ha desmalezado el camino para rescribir los hechos, y en lugar de contar la Historia se dedican a divulgar historietas. Y digo esto, con la autoridad de quien en la infancia devoró toneladas de Superman, Batman, Patoruzito, Isidorito, y Condorito. Así aprendí a leer y a escribir. ¿Se nota? Espero que sí.
Un fragmento de una nueva Aguardiente del amigo Malespina (con quien espero poder, antes temprano que tarde, compartir una Zillertal en el Mercado del Puerto, o mejor aún en algún pub de la Ciudad Vieja), que ésta vez se ocupa del asunto de la "Memoria".
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