Durante la crisis de 2001 leí una frase que describe cabalmente la maldición argentina: En el país la naturaleza construye durante la noche lo que la política destruye durante el día.
Y digo que esa es una maldición, porque como la riqueza crece desde la tierra, a poca gente le preocupa cambiar el estado de cosas, y a cambio avanzamos a los tumbos, vegetando literalmente, entre vuelco y vuelco.
Y digo que esa es una maldición, porque como la riqueza crece desde la tierra, a poca gente le preocupa cambiar el estado de cosas, y a cambio avanzamos a los tumbos, vegetando literalmente, entre vuelco y vuelco.
La pobreza de los políticos argentinos es tal que tenemos hoy encaramados al poder a unos infelices que apenas podrían conducir un municipio, y todos tan campantes, gracias a que a partir de una sola medida (la devaluación, digo, que no la decidió éste gobierno, precisamente) los beneficios de la agroindustria se derraman sobre toda la sociedad.
Pero no quiero hablar del país ahora, hace ya un buen tiempo un amigo porteño me decía que ya hay mucha gente que se ocupe de los curros de De Vido, y de los desplantes de Reina Cristina.
Quiero hablar de Santa Fe, donde más que en ningún otro lado se hace palpable eso de que la naturaleza repone el daño que hacen los políticos.
En estos tiempos, Santa Fe aporta el 21% de las exportaciones del país, la provincia tiene el récord nacional de creación de empleo, tiene el polo aceitero más importante del mundo, y la industria metalmecánica reaparece ahora principalmente en Rafaela, dónde se sabe que para sobrevivir hay que exportar y que no es suficiente el mercado cautivo de la sustitución de importaciones.
Tan dinámico se ha puesto el tema que hasta se están exportando cítricos, algo totalmente nuevo. Y prácticamente nada se logró por gestión oficial, sino más bien porque algunos intrépidos lograron zafar del estado, de sus trabas, y en el caso del campo, de las brutales retenciones que hoy significan el festejado superávit fiscal.
Lo que se logra en la industria se consigue aún cuando falta personal capacitado, por la desaparición de la formación técnica pergeñada por la progresía bienpensante, que eliminó las escuelas de oficios para que los chicos se dejaran de ensuciar las manos en tornos y agujereadoras y a cambio hicieran un posmoderno Polimodal especializado en “comunicación, arte y diseño”. El éxito de las fábricas de máquinas agrícolas tampoco tiene que ver con las compras del estado, que contra su propio discurso dilapida dineros oficiales en basura china.
El total de las exportaciones santafesinas en 2005 fue casi de 7.600 millones de dólares. Después de la soja, en harina, en aceite y en poroto, el cuarto lugar lo ocupan los autos, que vende GM, el quinto el maíz y el sexto el trigo. En séptimo lugar aparece la carne, que ahora ya no se puede exportar más por graciosa decisión del gobierno nacional. Una aberración aceptada con sumisión y silencio cómplice por los amanuenses del poder de turno.
El año que viene va a haber elecciones. Aparentemente los candidatos a gobernador van a ser, por el PJ, nada menos que Agustín Rossi, el actual presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, el que echó a la diputada Alarcón por ser “demasiado defensora” de la producción. El que llegó a su actual sitio por defección de rivales más que por méritos y logros y que defiende a capa y espada todas las disposiciones de un poder central que cada día recorta más los derechos (y los fondos) de las provincias.
En el otro rincón, la gran esperanza blanca de la oposición, el ex intendente Binner, de nula capacidad de gestión más allá de embellecimientos arquitectónicos, cuya más destacada actuación en lo económico fue fundar empresas municipales de toda índole, empeñado en jugar en la escena política nacional más que en la realidad local. Impulsor de una muy europea autonomía municipal, improcedente donde no existe una verdadera autonomía provincial.
Entre los dos, aparentemente, se va a dirimir quién va a conducir a la provincia que se ha convertido en un verdadero motor de la economía argentina. No hay en el horizonte otra opción, nadie que tenga más afinidad ni con el campo, ni con la producción, ni con la industria. Estamos jugados entre el servilismo montonero y la estolidez de socialistas de centro de estudiantes.
Más vale que los santafesinos tengamos suerte y la naturaleza nos siga ayudando, porque por lo que parece la dirigencia política va a seguir haciendo estragos.
5 comentarios:
Rossi es la ratificación de la estatura municipal del Néstor. Nada más acertado que elegir como ladero a un concejal.
La lógica de la política es así: Los logros son propios; las desgracias ajenas. Cuando mejor le vaya a Santa Fe, "peor" le va ir en la elección de sus políticos.
Aparte, ninguno de los 2 se plantea reivindicar el verdadero rol de las provincias en un país que supuestamente es (o era) federal. Necesitamos que la política provincial no recaiga más en ver quién hace mejores tratativas en Buenos Aires.
Pero ¿cuál es la idea? Esa señora que Larriera tanto defiende, no tiene dos dedos de frente ni fue capaz de adquirir siquiera una mínima gramática en sus disimulados -pero muchos- años de vida en la tierra. Está bien que se vaya, más allá del motivo.
Ignacio, gracias por comentar. Te referís a la Dip. Alarcón? el post no es para elogiarla a ella, aunque se lo merece, sino para lamentar la ausencia de opciones decentes en la provincia, donde tenemos para elegir entre un ladrillo o un cascote.
Entre la ineficiencia y la tiranía obsecuente, creo que la opción es claramente en favor de la ineficiencia. Entre que me amputen un dedo o me amputen la mano, prefiero que me amputen un dedo, aunque cualquiera de las dos opciones me haga bastante infeliz.
Se parece un poco a la opción en Perú entre Alan "Hiperinflación" García y Ollante "Chavecito" Humala...
Publicar un comentario