31 de mayo de 2006

Veinte años por la borda. Que no sean treinta.

Una de las circunstancias más negativas en toda la historia argentina, sin duda alguna, fue la ruptura del orden constitucional en Septiembre de 1930, que entre otras cosas, le preparó el camino al nefasto golpe del 43.
Después, una y otra vez, la política argentina recurrió a los curteles cada vez que no encontró el camino para resolver con la Constitución en la mano los desaguisados creados -paradójicamente- por la falta de ejercicio constitucional, y el irrespeto a los valores que alumbraron su versión original, alla por 1853.
A los tumbos, después de la recuperación de la democracia en el 83, los militares volvieron a su función natural, y no después de episodios como Semana Santa, Monte Caseros, y el del 3 de diciembre del 90 mal o bien se restableció el control civil sobre las fuerzas armadas, que en los "odiados noventa" se encaminaron a la profesionalización y aprendieron a interoperar entre sí y con fuerzas militares extranjeras.
La llegada de la banda que hoy ocupa el poder en la Argentina, con sus ambición de aparecer como refundadores del país, no sólo hicieron tabla rasa con todo lo que se había ganado en planificación y definición de roles en la defensa, sino que se cargaron el equilibrio sutil entre pedir fidelidad y demandar servilismo.
Desde las Fuerzas Armadas, muchos los ha acompañado, sea por respeto a la natural subordinación, sea por comodidad, o sea por el pancho y la coca. Pero lamentablemente para el país, en los últimos tiempos el afán refundacional se ha convertido en un delirio, en el que se ha convertido a los organismos de defensa en uno enemigo más de los que tanto le gusta inventar al presidente.
Lamentablemente, en la relación entre el poder civil y las fuerzas armadas, el Néstor también ha retrotraido las cosas. No sólo en los uniformes, que las ha llevado de regreso a los ochenta, sino en la recreación del estado deliberativo que se vivía en la época de Alfonsín.
Hoy las Fuerzas Armadas son operativamente apenas un triste recuerdo de lo que fueron, ni se vuela, ni se navega ni nada. El material es vetusto, los medios escasos, y quienes se quedaron, se quedaron por vocación. Así y todo, el gobierno les tiene menos consideración que los piqueteros, y los trata peor que a los delincuentes. Como tantas cosas en el país, Ejército, Armada y Fuera Aérea , funcionan a pura buena voluntad. Y no debe haber cosa más dificil que manejar una organización donde nadie tiene nada que perder.
Esperemos que el poder político comprenda que lo mejor es que el retroceso se detenga, y no volvamos, para mal del país a transitar los enfrentamientos de los setenta.

2 comentarios:

Louis Cyphre dijo...

Muy triste, sinceramente. Es un horror ver como tiramos alegremente a la basura lo que nos costó tanto sacrificio conseguir. Seguimos dispuestos a inmolar el país en la hoguera ideológica. Espero que algún día aprendamos.

MT dijo...

Esa estúpida tradición de "romper el manueal" cada vez que se quieren ocupar a conciencia de algún tema. Lopez Murphy cada tanto dice algo así como "para crecer hace falta inspiración y transpiración". Lástima que siempre se pone la primera del lado de los "sesudos" gobernantes que creen que es "su privilegio" repensarlo todo, y lo segundo invariablemente del lado del pueblo, que debe salir corriendo a realizar sus experimentos que desafían cualquier conexión con la realidad.
Ajjj!.