13 de julio de 2006

Katyusha

Un edificio arde en Nahariya. Los bomberos indican que hay una víctima. Entre los escombros yace Mónica Saidman. Argentina.
El mismo odio que voló la Amia, vuelve a golpear, y vuelve a matar argentinos.
Pero el gobierno del Néstor sólo es capaz de declarar duelo por lo que sucedió hace 12 años. Un gesto para la galería, y no una acción efectiva para cambiar las cosas.
Y es lógico. El gobierno nacional se reconoce heredero de los jóvenes idealistas de los setenta. Y estos, ya se saben de quiénes eran compinches.

10 comentarios:

SHL dijo...

Gracias, Rubén
Sabés por qué lo digo!

Un abrazo

Sine Metu dijo...

Acá se declara duelo.
Ahí se va hasta el hueso para encontrar al asesino.

Sine Metu dijo...

¿De qué lado de la guerra contra el terrorismo antioccidental está el gobierno de Kirchner?

MarcosKtulu dijo...

Jamás me iría a vivir a una zona de guerra así.

BlogBis dijo...

Marcos,el mundo ES una zona de guerra

MarcosKtulu dijo...

Es una zona de guerra, pero vas zafando (o no) de acuerdo a la época. Aunque acá no era muy lindo estar hace 30 años, hoy es muy difícil que un loco te tire un cohetazo. Pasan otras cosas, graves también, pero de otro orden.

Anónimo dijo...

tiempo al tiempo, Marcos... y lo verás con tus propios ojos...

MarcosKtulu dijo...

Sugerís que puede haber más atentados acá?

Anónimo dijo...

Rubén, Rubén...
El mismo odio que voló la AMIA (y la embajada, a no olvidar), es el que revolea Katyushas, no caben dudas.
Hay, sin embargo, un odio no muy distinto, pero harto más sofisticado —en el más amplio sentido del término— que vuela mujeres y ancianos y niños y hombres civiles (no menos inocentes) por control remotísimo; un odio que usa helicópteros distantes o aviones o satélites para transmitir esas muertes —qué constrasentido— en vivo y en directo, con ojos de rayos equis, con lentes de televisión, con miras infrarrojas.
Hay un odio no muy distinto que vindica el "derecho a la tenencia de armas de fuego", acaso por aquello de que la mejor defensa es un buen ataque.
La "acción efectiva para cambiar las cosas" que sugiere tu sentencia parece tener el sabor de aquella otra acción efectiva que se llamó "La Solución Final" para un problema que también desveló, precisamente, contrariamente, a la Juntas que sobrevinieron a 1976.
Cuando Occidente va demasiado hacia el occidente, se choca con Oriente, allá por el estrecho de Bering, y en adelante.
Ayer vi la película "La Caída" (de Hitler) por televisión. Hoy, por primera vez en la vida, tengo algunas dudas, y es sano: me he dado cuenta de que había caído (yo) en la trampa de la dicotomía nosotros-los-buenos / ellos-los-malos.
Entre los escombros, yace una Mónica Saidman por cada 10.000 de los de ellos.
Hemos perdido, además, el sentido de la desproporción.

BlogBis dijo...

Primero, Anónimo, lamneto que no te hayas identificado para dejar tu comentario, que igual agradezco.
Celebro que coincidas que lo que dispara los Katyushas es el mismo odio que causó dos de de los atentados más graves de la historia argentina. Sin embargo, disiento total y absolutamente en que en el concepto de defensa metas el mismo odio. La defensa se ejerce contra un atacante, sea quien sea, y es una reacción que debe asumirse como automática. Si me defiendo de un animal que me ataca, no lo hago con odio. Cuando me enfermo, no me ensaño a la hora de tomar antibióticos. Lo hago en la justa medida, y sólo en la dosis necesaria.
La asociación que hacés sobre mi pedido de una solución efectiva para el caso AMIA es absolutamente delirante, y ajena además al sentido de la frase. Lo que exijo, y lo que deberíamos exigir todos los argentinos es que si ya no se puede hacer justicia, por lo menos que se corte definitivamente todo lazo con el terror. Con el mismo terror que hoy, como vos mismo reconocés, sigue vivo en los Katyushas.
La cuestión de la desproporción, se invalida con el 1/10.000 que exponés, que por descabellado aniquila tu alegato por el absurdo.