19 de septiembre de 2006

Lo atamo con alambre

Hace más de tres años, cuando empezaba con esto de escribir para Internet, entonces en la vieja página de Sine Metu, cuando todavía bajaba el agua de la inundación de Santa Fe me preguntaba Reequipar las Fuerzas Armadas ¿Para qué?
Paso el tiempo, dos ministros de defensa, y la cosa empeora día a día. Entre cursos de derechos humanos, revoltijos del pasado, lo poco que quedaba operativo se siguió deteriorando, y las capacidades se siguieron perdiendo. Y vidas. En absurdos accidentes operativos también se perdieron vidas.


Sin embargo cada vez que se precisa, para lo que sea, algún despliegue insólito, los políticos recurren a las Fuerzas Armadas, aunque no tengan recursos, medios, y aunque según las leyes que ellos mismos acuñaron, prácticamente estén imposibilitadas de cualquier movilización.
Un ejemplo es el de los incendios en las islas del Paraná, frente a Rosario, que se vienen dando hace tiempo, y que aunque son más nocivos que las famosas papeleras uruguayas, recién ahora merecen la atención oficial.
La secretaria de medioambiente del gobierno K, Romina Picolotti, acaba de prometer una imponente Task Force de 15 "expertos", que estarán apoyados por un helicóptero y un cessnita que hará las tareas de vigía. Como la secretaría no tiene helicópteros propios, seguramente recurrirá -como hace siempre el Plan Nacional de Manejo del Fuego- a los vetustos UH-1 de la Fuerza Aérea (veteranos de Vietnam) o a alguno de los cuatro o cinco Hughes 369 sobrevivientes de los que se compraron en los lejanos sesenta.
Por eso la pregunta de hace tres años sigue vigente. ¿Para qué reequipar a las Fuerzas Armadas? Para qué gastar en material específico, como un helicóptero especializado, o un avión bombero? Si acá, ya se sabe, somos los reyes de la improvisación y arreglamos todo atándolo con alambre...

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