D'Elía y la agenda oculta (Actualizado)

Hace rato que Luis D'Elía viene funcionando como una especie de chirolita, que larga en tono farsesco líneas que a la larga van sumando el respaldo oficial.

Cuando todavía era apenas un líder piquetero, se mandó aquellas declaraciones en las que anunció que estaba dispuesto a defender "con las armas en la mano" cualquier intento de tocar al presidente. Después de sacar a relucir miles de teorias de complots y sediciones, resulta que el legislativo acaba de darle media sanción a una ley de desarme civil, que a través de una inespecífica "emergencia" le da la potestad de dejar las armas justamente en manos de quién quiera.

Cuando la protesta por la inseguridad se transformó para el gobierno K en una piedra en el zapato, fue justamente DÉlía el que montó el circo de la contramarcha, poniéndose una camiseta que desde la casa rosada nadie se atrevió a mostrar.

Cuando con un cortapernos en la mano personalmente encabezó un asalto a propiedad privada, no solo nadie se atrevió a ponerle freno, sino que conservó su cargo al frente de la "indispensable" Subsecratría de Tierras para el Hábitat Social, tal vez porque el mensaje de xenófobo-progre es una veta que también se cultiva en Balcarce 50, y porque la puesta en escena con Tompkins en realidad refleja los deseos ocultos del reciclado montonero que así piensa que pone en práctica aquello de Patria si, Colonia no.

Por eso, más vale mirar con atención ahora que el asaltador de comisarías reclama una reforma constitucional, para rever la protección a la propiedad privada que se consagra desde 1853. Alegando que la misma es una degeneración del neoliberalismo de los últimos treinta años, el lenguaraz K pide expropiaciones sin indemnización.

Actualización: Confirmado que se trata de un juego Dr. Jekill-Mr. Hyde, salió a jugar nuevamente de piquetero, esta vez para respaldar la posición iraní luego de que la justicia argentina reclamara la detención del ex presidente Rafsanjani y ocho ex jerarcas por el atentado a la Amia. La movida es clara: mientras desde la justicia K le envía un guiño aIsrael, su alter ego juega para evitar alterar la relación con Chávez, el proiraní número uno de América. A través de D'Elía, Kirchner sigue jugando como desde el vamos a ser servidor de dos patrones.