Desde la otra orilla

Es notable cómo se vive en Uruguay el conflicto de las pasteras. La sensación generalizada es que se trata de "otra más" de las típicas actitudes argentinas, a las que parecen tomar como una catástrofe natural. Es sensible la merma de turistas argentinos -comprensible dado los rodeos y el gasto que significa el bloqueo paraestatal de los puentes- que hoy leía llegaría al menos a 250.000 visitantes menos. Y eso en este lado se nota, y mucho. Pero no se ve bronca, al contrario, lo que reafirma las diferentes actitudes de acá y de allá, donde todo se vive con crispación y con dientes apretados.

En estos días me tocó subir a Hispalibertas un artículo de uno de nuestros hombres (*) en Montevideo, que le dedica una bonita página al Néstor y al clásico argento:

"Pero Kirchner asumió también la peor de las facetas respecto al Uruguay, convenciéndose igual que muchos de sus conciudadanos que Uruguay sigue siendo parte de su país, y que a fuerza de “atrilazo” podría cambiar decisiones de gobierno, que podría dejar que una banda de delirantes bloquee virtualmente las conexiones viales entre os dos países sin que nadie haga nada, y que desde su fortaleza patagónica podría torcer las decisiones soberanas de los uruguayos, solo para beneficio de su política contingente."

Lo peor es que tanta y tanta gente se enorgullece de estas actitudes.

(*)Por las dudas, aclaro que escribe bajo un seudónimo