Sin espacio en los titulares que se dedican al "resugimiento misilístico" argentino, acaba de ocurrir en la Antártida una de esas historias chiquitas, de la épica cotidiana, que remarcan por un lado lo disociado que funciona el país real dela publicitada, y que resaltan la vocación de los que con menos hacen más, lejos de los atrilazos altisonantes.
El año vino pésimo para la gente que desarrolla tareas en las bases antárticas, primero fue la pérdida de Irízar. Hace poco se conoció el incendio de la escuela de la Base Esperanza. El 27 de junio se accidentó un Twin Otter de la Fuerza Aérea, que se averió al aterrizar en un glaciar en una zona conocida como Pampa del Colchón, quedando imposibilitado de operar.
La tripulación fue evacuada por la Fuerza Aérea Chilena, y la máquina quedó librada a su suerte en una zona donde el viento llega a los 200 kilómetros por hora, y la temperatura cae hasta los -40º.
Gracias a la página de Carlos Abella me entero que en Río Gallegos se formó una "Task Force" de mecánicos, electricistas, especialistas en estructura, y piloto, que voló a Marambio y fue llevada en motos de nieve hasta el Twin, donde efectuaron la reparación del avión aprovechando los breves período de luz diurna.
Si a alguien le interesa, el Twin Otter accidentado presta servicio desde hace 39 años.
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