Finalmente, después de tres meses de aprietes, piquetes estudiantiles, chicanas legales y escenas lamentables -barrabravas incluídos- la UNR tiene rector.
Aunque el conflicto no tuvo el centimil de la escandalosa elección de la UBA, ni parte del sainete del Colegio Carlos Pellegrini, representó el mismo modus operandi que sumó a la izquierda retro con algún sector interesado principalmente en manejar los fondos de la Universidad, disfrazado en un envase progre.
En la UBA el conflicto se cerró luego de la bajada de línea del gobierno nacional, que se apareció con su propio candidato, y capitalizó el caos.
En Rosario fue diferente. Perdió el candidato socialista, perdieron las agrupaciones de izquierda delirante, y no hubo espacio para negociaciones pro K.
Pensandolo bien el logro no fue tan pequeño.
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