Hace dos días cuatro regiones bolivianas se declararon autónomas de hecho. Me sorprendió en el acto cívico cruceño la ausencia completa de banderas bolivianas, y la profusión de las enseñas verdiblancas locales.
Entre los oradores, alguno pidió que el gobierno "no invada" a Santa Cruz, marcando de palabra la diferencia. La Región es una cosa, y el gobierno es prácticamente extranjero. Pando, Beni y Tarija hacen lo mismo, y planean refrendar la autonomía mediante un referéndum.
Hoy se supo que el prefecto de Chuquisaca, que desapareció luego de la violencia desatada en Sucre por la cuestión de la capitalidad, apareció en Perú donde está refugiado con amparo de la ACNUR. Desde allí le pide a su ex aliado Morales, que busque soluciones para evitar "una inminente confrontación entre bolivianos".
Morales, en el limbo de la utopía socialista-bolivariana-indigenista, mira para otro lado, no se entera de nada, y asegura que todas las autonomías deben enmarcarse en los dictados de "su" constitución, la que aprobó amañadamente encerrando a sus asambleístas en una base militar, con un anillo protectivo de indígenas que cómo él se nigan a ver que hay otra Bolivia que desea otra cosa, y que no se puede reemplazar el consenso con la fuerza.
Cuando se enteren, puede ser demasiado tarde.
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