Cuando Sir Edmund Hillary llegó a la cima del mundo en 1953 mi padre era Subteniente Médico en la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña de Puente del Inca, Mendoza. De ahí trajo el libro del que extraigo las fotos y el texto que siguen.
Relatado por Hillary:
Mi primera sensación fue de alivio, por no tener que tallar más escalones, ni que atravesar más crestas, ni ver más ondulaciones que nos exasperasen con la esperanza del triunfo. Miré a Tensing, y a pesar del pasamontañas, gafas y careta de oxígeno, todos incrustados de largos carámbanos de hielo, no podía ocultar su contagiosa sonrisa de puro gozo al mirar a su alrededor. Nos estrechamos las manos y luego Tensing me echó los brazos al cuello y nos golpeamos uno al otro en la espalda hasta quedar casi sin aliento. Eran las 11'30 de la mañana. La cresta nos había costado dos horas y media, pero parecía toda una vida. Corté el oxígeno y me quité el aparato. Llevaba mi cámara fotográfica, cargada con película de color, dentro de la camisa para tenerla caliente, y entonces la saqué e hice que Tensing posara en la cumbre empuñando su piolet, en el que había una ristra de banderas, británica, nepalí, de las Naciones Unidas y de la India. Luego dediqué mi atención a la gran extensión de terreno que se veía en nuestros pies en todas direcciones.
(La foto de la que habla Hillary se puede ver en este post de Ricardo López Göttig)
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