Primero, nacionalizó las explotaciones petroleras y gasíferas, para recuperar la "dignidad" del pueblo boliviano, y les dejó a las empresas que operaban los yacimientos una porción ínfima del negocio, con contatratos que demoraron meses y meses en definirse y aprobarse.
Como era lógico, la producción se estancó.
Para solucionarlo, ahora Evito de América piensa estatizar lo que queda de la industria petrolera.
Las nuevas ediciones del Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano le van a tener que dedicar un tomo a él solito.
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