Siempre vi con orgullo el nivel de intergración que lograron las distintas comunidades religiosas en Argentina durante el siglo XX.
Sin fundamentalismos, rencores u odios han convivido sin problemas musulmanes, judíos y critianos.
Sin proclamas por una ficticia interculturalidad, ni aportes de dinero por parte de los gobiernos para promover falsos encuentros entre "civilizaciones" Argentina ha sido para mí un ejemplo de convivencia en este asunto.
Ahora me encuentro con esta entrevista al nuevo responsable de la renombrada mutual judía AMIA.
Samuel Levin llega a desaprobar los matrimonios entre judíos y no judíos y a criticar toda conducta de los miembros de su comunidad que no esté en concordancia estricta con los preceptos de la Biblia.
No voy a recurrir al lugar común de tomar este pensamiento como un "nazismo al revés". Ni la AMIA ni Samuel Levin, por suerte, pueden imponer ese pensamiento por la fuerza de las leyes a propios y a extraños como si gobernaran el país. Allá ellos con las normas que quieran que su gente deba cumplir.
Sin embargo me provoca tristeza que un grupo religioso y social con tan alta integración en la sociedad argentina como el judío llegue a tener como representantes visibles gente que sostiene pensamientos como éstos.
1 comentario:
Si, ciertamente es una pena.
Parece que este siglo está marcado por el abroquelamiento en los fundamentalismos. Me hace acordar a un artículo de Eco, de hace unos años, en el que decía que la humanidad parecía encaminarse a una segunda Edad Media.
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