28 de junio de 2008

Asesinar la historia

La estatua del Che Guevara en Rosario (La Nación)

En Rosario se alza, desde hace pocos días, una estatua de Ernesto Guevara. El bronce, de grandes dimensiones, emplazado sobre una base que reproduce el mapa de Cuba, debió ser realizado con el donativo de llaves y otros objetos de metal, pero no se completaron los kilos necesarios. Al final, contribuciones de la provincia de Santa Fe y del municipio de Rosario permitieron la conclusión de la obra. Se podría decir, con ánimo crítico, que una vez más se ha privilegiado la ideología por sobre el sentido común, pues se ha erigido en un lugar excepcional de la ciudad el monumento a uno de los íconos de la violencia revolucionaria.

Desde otra perspectiva, podría señalarse que en la Argentina de estos días, tan proclive a las manipulaciones de la historia y a las distorsiones de la realidad, los organizadores del homenaje no representaron sino una parcialidad del pensamiento nacional. En ese sentido, se diría que cuando menos fueron desafortunadas las palabras del intendente de Rosario, quien afirmó: "El homenaje al Che Guevara es un tributo a la figura que les pertenece a los jóvenes y a los mayores, a los padres y a los hijos, a todos aquellos que luchan por un mundo mejor, con más justicia, sin explotación ni desigualdades".

Veamos lo que ha significado el Che desde un tercer punto de mira, al tiempo que una vez más tomamos nota de todo lo que ha contribuido el régimen castrista, del cual fue una de las figuras centrales, en el entrenamiento de miles de extremistas que llevaron terror y muerte a varios países de América, el nuestro, entre otros. Ese punto de observación es el más incuestionable, si se quiere, porque involucra la revisión de los padecimientos infligidos por el comunismo a partir de experiencias desoladoras de grandes figuras del siglo XX que pasaron por sus filas: Arthur Koestler, Albert Camus, Ignacio Silone.

En lugar de expresar, pues, abiertamente nuestra contrariedad por aquel homenaje -y es lo que sentimos-, invitamos al razonamiento de lo que él supuso, al diálogo introspectivo de cada uno de los actores del acto de Rosario.

Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, fue, junto con antiguos camaradas, uno de los oradores que hablaron en Valencia, a la vuelta del tiempo, para conmemorar el congreso de escritores antifascistas realizado en esa ciudad española, en 1937. Paz había estado presente en España en los días de la Guerra Civil, no ya como uno de los tantos intelectuales liberales dispuestos a defender la república frente al fascismo, sino como un escritor movilizado por sus vínculos de entonces con una izquierda que terminó, en la madurez de su vida, por enjuiciarlo gravemente.

La confesión patética de Octavio Paz conmovió a los presentes. El eje de sus palabras fue que el derecho a la crítica es el fundamento del espíritu revolucionario.

Frente a las ejecuciones en masa que el régimen de Castro dispuso al asumir el poder, al castigo, persecución y encarcelamiento de compañeros de lucha y de cuanto opositor y disidente se ha atrevido a decir una palabra, una sola, en contrario de su política totalitaria, ¿podría alguno de los actores del acto rosarino calificar las afirmaciones de Octavio Paz como inaplicables al caso cubano?

Volvamos a la actualidad. ¿Cree alguien, por ventura, que Cuba ha estado a salvo de las desviaciones del puro espíritu romántico de una revolución, y que las aventuras del Che en Bolivia, como las que se había propuesto en la Argentina, habrían asegurado los beneficios de la libertad para todos y no sólo para un estrecho círculo de jerarcas? Seamos justos. Debates como éste no son producto inevitable de la modernidad. Muchos entre quienes se visten con ropaje revolucionario, y a veces como una impostura más en la vida, han carecido de la tolerancia y vocación por la igualdad política cuya ausencia imputan a instituciones y regímenes que pretenden demoler.

Debió recordarlo así el historiador francés Edgard Quinet, en 1865, al defenderse de quienes lo impugnaban por haberse atrevido a señalar graves errores de la Revolución Francesa. Octavio Paz cita sus palabras: "Si el espíritu crítico hoy examina sin tapujos los dogmas religiosos y los Evangelios, ¿no es sorprendente que se pretenda suprimir el examen de los dogmas revolucionarios y el del gran libro del terrorismo?".

Después de haber sido dichas hace más de 140 años, suenan como expresiones de rigurosa actualidad. En este punto se amplía, más allá de Rosario, el círculo de quienes deberían meditar sobre ellas.

2 comentarios:

Claude dijo...

Ir a la madrugada, enlazar la estatua con una soga atada al paragolpes de un camión y acelerar nomás. Por ahora, es lo único que se me ocurre, aunque podría haber una "propuesta superadora", como pegarle sobre la cabeza una foto de Néstor, así lo muele a palos la gente, democráticamente, por supuesto.
Perdón si es poco serio.

Anónimo dijo...

VIVO EN PERGAMINO 90 KM DE ROSARIO
MI MADRE LA RECUERDA PASO SU INFANCIA ALLI Y NACIO MI ABUELO EN ESA CIUDAD.
EL DIA QUE SE LEVANTE EL EMBARGO CONTRA CUBA(embargo cubano a la libertad)
LOS CUBANOS PODRAN SALIR y entrar a su pais
LA ESTATUA DEL CHE SENTIRA Y ES POSIBLE QUE LE DERRAMEN LITROS Y LITROS DE ROJA PINTURA LOS SOBREVIVIENTES DE LOS QUE LO VIERON ASESINAR A MANSALVA o saben que paso .
PERO CON UNO SOLO QUE LO HAGA EN SU DERECHO SAQUEMOSLA.ES LA CIUADA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO.