6 de julio de 2008

Lectura obligatoria

EL MODELO REDISTRIBUTIVO ALÍ BABÁ

Cuando el Gobierno afirma ser la moderna reencarnación de Robin Hood dice dos mentiras. La primera mentira es que les saque a los ricos. La segunda mentira es que les dé a los pobres. El Gobierno le saca sobre todo a los pobres cuando les sube las retenciones a los pequeños productores agropecuarios, cuando se olvida de sus promesas de reforma fiscal y sigue haciendo que la leche para los pibes pague el mismo 21% de IVA que las carteras Vuitton, cuando prorroga indefinidamente el impuesto al cheque que castiga a las Pymes y cuando continúa políticas económicas que aumentan la inflación y se comen los ingresos de los asalariados. En segundo lugar, que el Gobierno le saque a los ricos es también falso. ¿Cuánto pagan de impuesto a las ganancias en la Argentina K quienes los obtienen de la renta financiera? Nada. ¿Pueden compararse las retenciones con que el Gobierno quiere someter a los angurrientos chacareros con los que paga el generoso Cristóbal López, empresario K especializado en la dura tarea de cosechar las máquinas tragamonedas del Hipódromo de Palermo, concesión prorrogada hasta 2032?

Que el Gobierno les dé a los pobres es también una falsedad. Si fuera cierto, este último año la pobreza no hubiera alcanzado nuevamente a más del 30% de los argentinos por culpa de una inflación superior al 25%, ni la brecha de ingresos seguiría oscilando alrededor del 28 a 1 que dejaron la crisis y el desastre duhaldista del 2002. Hasta los datos del INDEK de Moreno demuestran que la mayor parte de los ingresos obtenidos aumentando las retenciones han ido a parar a subsidios y no a planes sociales (cuatro mil millones de dólares contra catorce mil millones, para ser precisos), entre ellos: los que financian los trenes suburbanos y el proyecto faraónico del tren bala, los que cobra Moyano para perfeccionar las capacidades conductivas de sus muchachos, los que se llevan los D’Elía y los Pérsico, y el aparato de los intendentes del conurbano, y los negocios bolivarianos de los ministros, y los Rudy Ulloa y otros amigos del poder que disponen de inexplicables millones para comprar aerolíneas, clarines, repsoles y telefés.

Es cierto que el Gobierno está redistribuyendo la riqueza, sólo que no lo hace como Robin Hood sino según el modelo redistributivo Alí-Babá: no les saca a los ricos para darle a los pobres sino que les quita a los que trabajan e invierten en el país para darles a los obsecuentes que viven al calor de la caja oficial. Ni qué decirlo, el primer gran beneficiario es la empresa con más alta rentabilidad de la Argentina, el matrimonio K, que pasó de $6.732.016 de patrimonio declarados en 2003 a $17.824.941en 2007. Esto significa más de once millones de incremento obtenidos por los Kirchner mientras se ocupaban simultáneamente de administrar el país, con una triplicación del patrimonio que bien desearían los productores rurales. ¿Habrán pagado los Kirchner por estas ganacias ciertamente extraordinarias los mismos impuestos que hoy le exigen a los piquetes de la abundancia? ¿Y cuánto habrán abonado en 2002, el año de mayor incremento del patrimonio K, obtenido sacando 1.815.274 pesos del país en 2001, antes de la devaluación, y depositándolos en una cuenta en dólares del Deutsche Bank?

La práctica de quitarle a quienes son competitivos porque invirtieron en tecnología para darles a los que no lo son porque compraron casa en Punta del Este, la idea de que invertir en uno de los sectores productivos más avanzados del país es participar de alguna forma de la timba financiera y el hábito de quitarle a las productivas hormigas para alimentar las parasitarias cigarras parece ya formar parte de alguna forma idiota de la idiosincracsia nacional. Se trata del modelo redistributivo Alí-Babá, que no es, como pretenden hacernos creer, una especialidad turca.

Desde luego, nada hace pensar que la situación vaya a cambiar después de los recientes anuncios de Cristina Kirchner. Que sean los ministros del Gobierno (y no -como manda la Constitución- los diputados y senadores) los encargados de fijar los impuestos al comercio exterior; y que el encargado de manejar los findos sea nada menos que Julio de Vido (y no los gobernadores e intendentes del interior) constituye la mejor garantía de que las promesas hechas para justificar ante la opinión pública las exacciones al campo destinadas a llenar la caja kirchnerista tendrán el mismo destino que el programa de “nueva política-país en serio-redistribución de la riqueza” que inauguró hace cinco años el matrimonio K, con resultados que no hace falta mencionar.

Por Fernando A. Iglesias

3 comentarios:

General Cangallo dijo...

Aclaro que en realidad quería publicar el link al blog de Iglesias (como marcan los usos y costumbres del blog), pero Blogger no está atravesando uno de sus mejores días, y ni siquiera me muestra los íconos de edición. En fin, lo importante es que se lea el texto, que me parece clarísimo, y ciertamente irrefutable.

Anónimo dijo...

El gobierno ataca los pools de siembra, pero cada vez estoy más convencido que los pools son socios del gobierno. El efecto que buscan por medio de las retenciones es disminuir la rentabilidad de los pequeños productores para desalentarlos o ponerlos en bancarrota e inclinarlos a vender su tierra. Cuando esto suceda se producirá una sobreoferta de vendedores que hará bajar los precios de la tierra y será la oportunidad de los pools de acaparar más. Los pools y los funcionarios no están enfrentados para mi, sino que son la misma cosa.

Sine Metu dijo...

Este tipo me cae bien, aunque no esté de acuerdo con sus ideas.