Espeluznante

Con el episodio de General Rodríguez nos desayunamos de que la narcomafia opera hace tiempo en el país.
De que los barones del crimen internacional entran y salen como Pancho por su casa. Conforme lo han difundido profusamente en TV los opinadores 'mafioespecialistas' que de inmediato proliferaron como hongos, la Argentina pasó de ser un país de tránsito para el narcotráfico a ser un país de cultivo.
Como corresponde a nuestra nunca bien ponderada velocidad idiomática, se creó un neologismo: el 'sicariato', país del sicario, es decir, paraíso del crimen por encargo.
En eso se habría convertido la Argentina.
Estas y otras escalofriantes revelaciones no parecieron alarmar demasiado al ministro de Justicia, convencido como está de que el Estado ya ha asestado fuertes golpes a la mafia.
¿Qué golpes?
De paso, mientras escuchábamos sus opiniones sobre tráfico ilegal de medicamentos y otros horrendos delitos, nos hemos desayunado con que, para el ministro, el 'paco' no es una droga peligrosa.
De hecho, el ministro de Justicia ni siquiera está seguro de que el 'paco' exista ya que 'no se sabe bien de qué sustancia está hecho'.
Pero, entonces, ¿qué aspiran a la vista de cualquiera miles de chicos de la calle? ¿Una lavanda aftershave?

Alvaro Abós, para La Nación

Los problemas se superponen en esta tierra de promisión.
Fusilan a cuatro personas en un descampado y al otro día matan a otra empujándola por el balcón.
Se instala la idea del 'ajuste de cuentas' y al rato las víctimas están a un pasito de ser las las responsables de su propia muerte.
Pero también se descubre que todos eran importantes 'aportantes' de la campaña de la botóxica.

Yo me pregunto:
¿Alguien está buscando a los asesinos?