22 de octubre de 2008

De Ladrones y otros ensayos


El asalto a los fondos de las AFJP que lanzó ayer el gobierno es el último episodio de un extendido sistema de latrocinio -fondos de Santa Cruz, valijas venezolanas, uso discrecional del Presupuesto, distribución abierta de prebendas- o es el primer paso del sistema soviético sudamericano, cuyo capital debe pertenecer en exclusiva al Estado.
La intención de avasallar el régimen de capitalización ya fue evidente el año pasado cuando dieron a los cotizantes 'libertad' para encadenarse al aparato estatal, mal llamado de reparto.
Pero entonces, el 70% de los afiliados optó por permanecer en las AFJP.
Ahora el oficialismo, cínicamente, dice que viene a salvar a estas compañías privadas de la crisis financiera mundial, sosteniéndolas frente a la caída abismal de los bonos 'como hace el gobierno norteamericano'.
Pero... ¿quién obligó a las AFJP a comprar bonos del gobierno indexados por CER, sino el propio gobierno?
Y después... ¿quién falsificó los índices del CER, a través del INDEC, sino el mismo gobierno?
No fue la caída de Lehman-Brothers lo que redujo el valor de la cartera de las AFJP, sino la insidiosa maniobra oficial para quebrarlas.
Ahora, el régimen va por la caja de las AFJP.
Esos $15.000 millones que depositan por año más de 9 millones de afiliados: como el Estado está en 'default técnico' y no tiene plata para pagar la deuda el año que viene, manoteó la renta del campo en abril.
Y, como le falló el tiro de imponer mayores retenciones, entonces ahora viene este otro zarpazo.

La Nueva Provincia

En la práctica, la demanda de acciones, bonos, obligaciones negociables y fideicomisos virtualmente desaparecerá.
El CDS ya alcanzó los 3100 puntos.
El efecto se extenderá a las provincias: el intrépido motonauta ya anda detrás de una reforma en la legislación previsional que le permita saquear los fondos del Instituto de Previsión Social, que incluye las cajas de jubilación de los empleados públicos bonaereses - docentes, servicio penitenciario, agentes municipales y empleados de la administración central- para financiar su horroroso déficit.
Con un gobierno que siempre gasta de más, la única salida es vender activos, endeudarse, o consumir el ahorro (ajeno).


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