2 de octubre de 2008

Feminismo femenino, y a mi manera


Volví a encontrarme con una cuadrilla municipal de mujeres 'barrenderas'.
Mono amarillo y gorro al tono.
Y un absurdo escobillón plus en acción, en medio de una nube de polvo.
Bueno, para asegurarme que eran mujeres tuve que acercarme mucho.
Ya se que es un trabajo como cualquier otro, y que la igualdad, y todo ese rollo.
Pero a mí no me gustan esas cosas.
Me recuerdan a la China de Mao.
Entiendo que en una sociedad moderna se impone la multitarea, pero siento que algo anda mal.
Las mujeres 'somos iguales', pero 'a la vez no lo somos'.
Quiero decir que soy de las que creen que hay trabajos para hombres y trabajos para mujeres.
He tenido a veces que salir a barrer la vereda de mi casa, cosa que no me agrada en lo más mínimo
Aún en ese extremo siempre intenté darle 'un toque' a esa tarea tan tediosa.
Por ejemplo, poniéndome una pollera un poquito más corta que lo habitual, esperanzada en ligar aunque sea un piropo, al que simularé no escuchar.
Si el igualitarismo es borrar las diferencias, no me anoto.
Hay formas y formas, incluso de lavar los platos.
Y me desgrada mucho tener que acercarme a 50 cm para descubrir el sexo de quien estoy observando.
Y no es necesario lucir como una bailarina de Tinelli, u ostentar hasta el ridículo como la botóxica.
'Todo en su medida y armoniosamente', pero no perdamos esas diferencias que aparentan ser sólo de forma, pero que expresan la naturaleza misma de nuestra condición.
No estoy insinuando que las barrenderas deben usar minifalda.
Lo que estoy diciendo es que el Intendente debería encontrar otra ocupación para estas pobres féminas.
Parece algo trivial, pero la política también es lo social, y no creo que el progreso de los pueblos dependa de unas pobres mujeres de amarillo -que parecen hombres pero no lo son- peleando con desproporcionados escobillones para poder barrer las calles, y todo por un indigno plan.
Me dijeron que a esas señoras les pagan por todo concepto $150.- por mes -sin otros beneficios- y que su permanencia en el trabajo -si es que a eso se le puede llamar así- depende de los punteros del barrio.
A mí me daría vergüenza pagar un salario así.
La vida es breve y la ocasión esquiva, pero se supone que queremos un mundo mejor, y en definitiva todo depende de lo que hagamos.
Si es cierto -como dicen- que al árbol se lo conoce por sus frutos, cuando veo a estas mujeres lamento decir que el sabor que siento es muy amargo, incluso agrio.
Nada podría existir sin nosotras.
¿Por qué no nos cuidan un poquito más?
El encanto-seducción y la galantería-protección son la pareja perfecta, incluso en lo social.
Queremos lucir jazmines en el pelo y rosas en la cara, y caminar frescas y alegres, que ya nos va a llegar el tiempo de parir.
Es la mejor inversión que los hombres pueden hacer: la tasa de retorno es muy buena, y encima lo disfrutarán.

4 comentarios:

Sine Metu dijo...

¿Los explotadores no eran los capitalistas?

Anónimo dijo...

Para qué la Revolución francesa entonces?
Volvamos a la monarquía.
Sobre el trato a las mujeres preguntale al prócer "ruso" Sofovich que supo educar generaciones de argentinos.

Rubén Darío

Diva-gante dijo...

Coincido hasta la última coma con vos Raquel... no debemos ser iguales. Debemos ser complementarios, y cada uno hacer lo que mejor sabe. Vivan las diferencias!!!
Saluditos...

Anónimo dijo...

A mí las chicas que cargan gas me hacen cosquillitas.