La ciudad escocesa de Lockerbie recuerda hoy a las 270 víctimas del atentado terrorista contra el vuelo 103 de Pan Am, del que se cumplen este domingo veinte años.
Un avión de esa aerolínea estadounidense, que se dirigía de Londres a Nueva York, fue destruido el 21 de diciembre de 1988 con una bomba oculta en la bodega cuando sobrevolaba esa localidad escocesa.
En el atentado perdieron la vida los 259 ocupantes del aparato y once vecinos de la localidd escocesa de Lockerbie.
Los libios Abdel Baset Al Megrahi y Al Amin Jalifa Fahima fueron los autores, actuando bajo las órdenes de Muammar Gaddafi, que finalmente reconoció públicamente -recién en 2003- la total responsabilidad en el horrendo crimen.
El Mundo
Yo no puedo menos que compartir las palabras que se han vertido aquí en cuanto a la necesidad de armonía y equilibrio, conceptos que van más allá de la política internacional y que tienen que ver con el orden natural que, en el mundo y en las cosas, debe reinar.
Sin lugar a dudas, hoy el mundo entero está pagando las consecuencias de esa ruptura del equilibrio y la armonía que debe haber entre los países, las regiones y las relaciones de la Tierra.
Las consecuencias de esa ruptura en la armonía y en el equilibrio de la relaciones entre los países que colocan las decisiones del orden internacional en lo económico, en lo financiero, en lo militar en un puñado de pequeños países, ha traído graves consecuencias a la humanidad.
Agradezco a todos y cada uno de los que hoy hemos compartido esta mesa y, a usted en especial -me voy a tomar la dispensa porque se la pedí hoy cuando mantuve mi primera entrevista con él- Muammar, agradecerle una vez más esta cálida bienvenida y también aprovechar para agradecerle una vez más que fue uno de los primeros líderes que me llamó cuando asumí como Presidenta de la República Argentina para saludarme y para ofrecerme su colaboración y su amistad.
Presidencia
Para la botóxica descerebrada el 'orden natural' es poner bombas y matar gente.
Y los que viajaban en ese avión ni eran humanos ni tenían derechos.
El montonerato gobernante descaradamente honra a sus pares, socios y cómplices de sus atroces crímenes.
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