El energúmeno hostil y la botóxica descerebrada padecen del mismo mal: están solos.
Yo puedo fácilmente imaginármelos desayunando en su mansión del Calafate: él vociferando porque no encuentra destinatarios apropiados que sean blancos fáciles para sus odios y resentimientos, y ella quejándose porque no puede mostrar todas sus joyas.
Pero en medio de la ciénaga hay dos hechos que -sin analizarlos en profundidad- parecieran ser logros.
En el año que termina se secuestró más droga que la que se capturó en toda la historia del país.
Y nunca -creo- se reinvidicó tanto el valor del mercado interno (cosa que hace mucho tiempo hicieron USA, Europa y Brasil) como ahora.
Sin rascar el barniz -llegan las fiestas y no es momento de amargarse- estas circunstancias tienen su lado positivo.
Porque la generalización del consumo de sustancias entre los jóvenes es tan grave, que las familias de la clase media -y no tan media- están muy preocupadas.
El núcleo social no es tonto, y teme el desastre y la desintegración.
Y además entiende que mantener -como sea- un mínimo nivel de actividad comercial es un tema central para la superviviencia de todos y todas.
Por muchos motivos mucha gente puede apoyar de alguna manera a la infame pareja: por haber conseguido una jubilación sin hacer aportes, por disfrutar un plan, por obtener una bolsita con comestibles, por acceder a un crédito, o incluso por ganar mucho dinero.
Pero eso no significa literalmente que los amen.
El amor... es otra cosa.
Las encuestas son importantes, pero hay que saber interpretarlas, porque el resultado no es lineal.
La estrategia comunicacional del matrimonio es pésima: una atroz combinación de permanente agresividad y amarguras de la mano de un concierto estable de bolufrases incoherentes.
Una presidenta no puede salir a vender electrodomésticos, y un ex-presidente -aunque esté en funciones- no puede vivir destilando agonías.
Si el mundo se hunde, el país se hundirá con él, no hay remedio para eso.
Pero mientras tanto no es aconsejable bajar los brazos, y es necesario fijarse metas realistas.
A mí me parece óptimo que se secuestren cada vez más estupefacientes -por la razón que sea- y creo que la siempre insuficientemente alabada y nunca bien ponderada debería levantar esa bandera -aunque la cosa tenga otra lectura- vendiéndose como protectora de la familia o algo así.
Y también me encanta que se preocupen por el mercado interno -por la razón que sea- y creo que el sátrapa vulgar debería aparecer solo gestionando -como si fuera un Rey- acuerdos y proyectos constructivos y optimistas.
Bueno, este es mi aporte.
Yo nunca los amaré, pero quería insinuarles mis sugerencias.
Creo que si adoptaran esos roles -no es mucho más lo que se puede hacer- y dejaran de revolver el tarro con sus miserias, la gente los miraría con otros ojos.
Bueno, yo no soy experta y en realidad no estoy en condiciones de darle consejos a nadie.
Si vos sos fiel de toda la vida, pero una vez sos infiel, por esa infidelidad te recordarán.
El energúmeno y la incapaz siempre han sido infieles, pero si hacen un esfuerzo supremo y son fieles aunque sea una sola vez, la mayoría -por esa única buena acción- los perdonará.
1 comentario:
Cuestiones del poder. Seguramente en unos años (esperemos) estarán más solos que Menem, y ellos se lo merecen de verdad.
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