19 de diciembre de 2008

Tiranía sangrienta

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Fidel Castro ha logrado un trato favorable a nivel mundial que contrasta ampliamente con el que reciben la mayoría de los tiranos. Esto es más apreciable si se tiene en cuenta que ha sido el gestor del episodio más sangriento de la historia republicana en América Latina y que su régimen de terror ya dura cinco décadas.
En efecto, Fidel Castro ha sido el gurú de una de las campañas propagandísticas más exitosas de la historia.
El elemento clave detrás de la gran manipulación ha sido el haber podido ocultar sus peores crímenes y el haber propiciado muy exitosamente un profundo desconocimiento del enorme costo en vidas de la dinastía castrista.
Eso explica, al menos en parte, por qué hay tal grado de ignorancia sobre la esencia netamente sanguinaria e implacable del régimen y, a la vez, el que se haya justificado el estado policíaco cubano en función de los supuestos principios de igualdad y justicia social que muchos le asocian.
Pero la emergente evidencia hará imposible sostener esta falsa legitimidad por mucho más tiempo.
Cuando finalmente se imponga la verdad, quedará nítidamente al descubierto la singular habilidad del castrismo para engañar tanto, a tantos, y por tanto tiempo.

El Nuevo Herald

Murió más gente escapando de Cuba que intentando cruzar el Muro de Berlín durente el comunismo de Alemania Oriental.
La tiranía de los Castro ya ha causado -entre otras lindezas- mucho más de 100.000 muertos.

4 comentarios:

Pablito dijo...

Otro aspecto poco difundido del régimen castrista es su carácter esclavista:
A Hilda Molina se le impide salir de Cuba con el argumento: "Su cerebro le pertenece al estado".

Esto puede asombrarnos, pero si recordamos que los regímenes socialistas se caracterizan por la propiedad estatal de los "medios de producción",

y como el trabajo humano es uno de ellos,

de allí se sigue que las personas pertenecen física e intelectualmente al estado,

es decir no son libres ni dueñas de sus cuerpos y sus mentes.

Ergo... son esclavos.

Klaus Pieslinger dijo...

Pero qué exactamente es necesario para que la verdad se imponga?
Considero al reconocer los propios errores como una virtud; ámbito al que pertenecen los actos realizables con esfuerzo, actos poco comunes.
Bajo esa óptica es improbable, cuanto más apoyo fuera dado por las gentes, que sean capaces de reconocer tamaño error. Es un problema de psicología.
Como muestra, este año hablaba con un cubano al que le costaba mucho reconocer el error mortal de sostener ese gobierno, aún reconociendo las pruebas en contra; para despues agregar que su padre se sentía muy defraudado por haber apoyado la revolución en su momento, y no terminaba de explicarse cómo había mutado en algo tan nefasto.
Mi lectura fue que el padre estaba atrapado en no terminar de reconocer su error; y el hijo, atrapado en proteger a su padre que no podía enfrentar su error.
Así las gentes que miran pero no quieren ver, como si reconocer el propio error no lo lleva a un grado de virtud, sino de escarnio ante la mirada de los pares. Esto alimenta la negación y la continuidad de una fantasía colectiva.

Sergio Villone dijo...

Che, paren con la sidra. ¡Es para el 24!

Pablito dijo...

Creo que el "exito" de permanencia de la tiranía castrista obedece al a-isla-miento de su carácter insular.

De haber tenido fronteras terrestres con sus vecinos otra hubiera sido su historia.

El "voto con los pies" hubiera despoblado al país y hubiera llevado al exterior las historias sobre la verdadera naturaleza del régimen.