30 de enero de 2009

Caín, ídolo

A propósito del post de Jorge, y aprovechando que nadie está leyendo el blog, quiero hacerle un desgravio al pobre Caín.
Como todo el mundo sabe -desde la vereda de lo políticamente correcto- en esa época la humanidad eran cuatro personas solamente, a saber 'el hombre', Javá (Eva), Caín y Havel (Abel).
Caín no tenía manera de adivinar que D-os elegiría a los ganaderos, así que se dedicó a la agricultura, mientras que Havel -no le quedaba otra- de mala gana se hizo pastor.
Cuando las ofrendas, D-os ignoraba las de Caín y disfrutaba las de Abel.
Haciendo un poquito de esfuerzo -nada más- es posible que todos y todas entendamos como se debía sentir Caín en esos momentos, siendo que el mismísimo D-os lo despreciaba.
Y que nos imaginemos que si D-os lo trataba mal, el pobre debía de sufrir estoicamente el automático ninguneo de 'el hombre', Javá, e incluso de su prístino hermano Abel.
Digamos que D-os lo repudiaba, y que los 3/4 de la humanidad también, en lo que fue el primer caso de discriminación que registra la Historia.
Y por el único motivo de ser agricultor.
Porque -que yo sepa- cultivar la tierra es lo único que se le reprochó a Caín.
Harto de todo -desesperado- Caín inventó el asesinato, y mató a su hermano.
Bueno, parece que ese fue el primer crimen.
Como quiera que sea, después el pobre Caín se tuvo que ir lejos, pero resulta que la humanidad era un poquito más grande de lo que se imaginaban, y en Nod conoció a su mujer, que le dió un hijo: Janoj.
Mientras tanto, 'el hombre' y Java no perdieron el tiempo, y así nació Shet.
Y mientras Shet tenía su descendencia, la de Caín inventó nada menos que el arpa, la flauta, y los instrumentos de cobre y de hierro.
Pero parece que ninguno de los descendientes de Caín ni de Shet fueron buenos, salvo Noaj (de Shet).
Noaj fue el del Arca, junto a sus mujeres y sus hijos y las mujeres de sus hijos.
Menciono a sus mujeres y a las mujeres de sus hijos no por buenas, ya que solo eran esclavas y sirvientas, y a sus hijos que no eran más buenos ni malos que los hijos de los demás, pero así sucedió.
La cuestión es que todos murieron con el Diluvio, incluso los animales y las plantas, menos: Noaj, sus mujeres, sus hijos, y las mujeres de sus hijos, y todo lo que había en ese fantástico navío.
Y así -game over- empezamos de nuevo.
Yo quisiera que pensemos otra vez en el pobre Caín, injustamente maltratado por D-os.
Porque parece que Caín lo único que hizo fue equivocarse de oficio al dedicarse a cultivar la tierra, mientras paradójicamente nos dicen que Noaj -agricultor, dueño de una viña y gran bebedor de vino- hasta nació circunciso, signo de la gracia especial de D-os.
El 'invento' de Caín no fue tan malo, porque después de él todo el mundo lo utilizó, lo utiliza y lo utilizará, como formidable y contundente remedio para finalizar cualquier disputa.
Así que -por razones estricta justicia- habría que agradecerle a Caín los servicios prestados.
Lo que más me gusta de esta historia es que nadie puede involucrarnos.
Ninguno de los personajes de esta tragedia era judío, así que -lo lamento- no pueden culparnos de nada, por la sencilla razón de que no estábamos ahí.

Bueno, este post parece extenso, pero en realidad no lo es.
Incluyo la cita de Parasha Bereshit como prueba irrefutable de la absoluta e indiscutible veracidad de mis afirmaciones.
¡Glup!

PS: la historia tiene otros elementos, pero el horario de protección del menor me impide explicitarlos aquí.

3 comentarios:

Carlos dijo...

El pobre Caín era inocente; los supuestos criminales nunca -nunca- son culpables porque siempre -siempre- la culpa es de la sociedad (Adán, Eva y Abel) que fue injusta y lo obligó a hacer lo que hizo.
Firmado: Eugenio Zaffaroni.

Rāḥēl Reznik dijo...

¿Te gustó?
¿Sí?
¿Para qué sirve la Historia Sagrada si no es para decir -con ironías- lo que sentimos?

Carlos dijo...

Excelente post, Raquel; me gustó mucho.