Le explico a las autoridades del Central que, luego de períodos de inflación, megainflación, hiperinflación, confiscaciones de depósitos y ahorros y la destrucción de 4 signos monetarios, con este en vías de destrucción, Argentina no tiene moneda en el sentido que la ciencia económica le da a la palabra moneda.
Los pesos que emite el BCRA son simples vales para hacer transacciones de corto plazo, pero no sirven como reserva de valor ni como unidad de cuenta.
Son como la moneda del juego El Estanciero.
De juguete.
Por algo ante la incertidumbre la gente, con toda lógica, se refugia en el dólar.
Porque es claro que hoy en día la fortaleza de una moneda está determinada por la seriedad de las instituciones jurídicas, políticas y económicas de un país.
Mucha gente que compra dólares desconoce qué tiene la Reserva Federal en el activo respaldando cada dólar que anda circulando, sin embargo compra dólares como refugio.
¿Por qué?
Porque confía más en las instituciones jurídicas, políticas y económicas de EE.UU. que en las nuestras.
Como en Argentina el respeto por las instituciones no existe, la verdadera moneda del argentino es el dólar, no el peso.
El peso solo sirve para hacer las compras en el almacén de la esquina, y tampoco uno puede demorarse mucho porque la inflación que genera el BCRA hace que el poder adquisitivo de esos vales se deteriore rápidamente.
Y es importante hacer esta extensa aclaración porque si las autoridades del BCRA no entienden que el sistema monetario funciona en base a la confianza en las instituciones de un país, lo más probable es que terminemos en otro estallido inflacionario y cambiario.
Roberto Cachanosky
1 comentario:
Perdón... pero no dudo en la seriedad de quienes pese a todo respetan los mandatos de su Carta Magna, y no como acá que se la pasan por las tarlipes.
Diga que quiero mucho a este pedazo de tierra que se llama Argentina, y hasta estoy encaprichado en cambiar aunque sea un punto de algun texto, que si no, estaría viviendo en una ciudad de Indiana - USA, que casualmente se llama como yo me apellido.
(Bueh, amén de que la patrona no se quiere ir de acá).
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