Bueno, les cuento que cerca de medio millón de personas se dieron cita en el Balneario para festejar la fiesta de Reveillon.
Y Beca y yo estábamos ahí.
Al aproximarnos a la playa la marea humana se movió, y nos separó.
Y el gentío era tan grande que nos perdimos entre nosotras, y nos re-encontramos recién una hora después.
Así que fuimos juntas... a pasarlo solas.
Yo me integré a un grupo de chicas totalmente borrachas, que estaban en busca de las verdaderas diversiones.
Demás está decir que a lo primero -el alcohol- no me anoté, pero no voy a decir nada de lo segundo.
Los fuegos artificiales... estupendos.
La gente enloqueció cuando los edificios de la costanera apagaron las luces para potenciar el contraste.
Cerca de la una comenzó a lloviznar, así que decidí volver al hotel, y ahí fue cuando me encontré -al fin- con Beca.
Pero no todo lo que brilla es oro...
El apagón no era voluntario, porque la ciudad sufrió un corte de luz al mejor estilo botóxica infame que duró hasta el amanecer.
Para colmo de mares las escaleras del hotel no tenían luces de emergencia, así que subir 10 pisos en la oscuridad total no fue agradable.
Agotadas, nos quedamos dormidas cuando salió el sol.
Los estraño mucho.
Y les debo la imagen.
2 comentarios:
¡Qué bueno tener noticias tuyas!
Se te extraña por estos lares.
Que sigas pasándola bien pero sin cortes de luz.
¡Felices vacaciones!
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