29 de enero de 2009

Periodismo argentino



En esto anda el periodismo argentino pretendidamente "progresista".

Colgarle una esvástica al Papa es progre, es cool.

El debate, la reflexión, que muchas veces intentan destacar los profesionales de este sector, queda de lado. Se le cuelga la esvástica en portada y ya está.

Me pregunto qué tiene de periodismo y de análisis este tipo de imágenes que pone en su tapa uno de los principales diarios de Argentina.

Además, este tipo de montajes vanaliza la crítica del nazismo y de todos los totalitarismos.

"Sos un facha!" se le dice a una persona que rechaza el aborto, o juzga inconveniente ciertas conductas públicas o se queja por la inseguridad.

"Éste es un nazi", es la salida fácil que se encuentra para juzgar una medida interna de la Inglesia Católica frente a un grupo sismático.

Recordemos que la escisión de estos curas respecto del Vaticano se produjo por motivos que no tienen nada que ver con temas de revisionismo histórico sobre el nazismo.

3 comentarios:

Martín Benegas dijo...

Es cierto que Ratzinger estuvo en las Juventudes Hitlerianas ¡pero por que era obligatorio! acusar a alguien de nazi por eso es de una bajeza que no sorprende en un medio del gordo coimero.

Julio Rougès dijo...

Gunter Grass, el autor de "El tambor de hojalata", no sólo hizo el servicio militar -como es el caso de Ratzinger- sino militó fervorosamente en el nazismo. Luego, descubierto que fue su pasado, hizo un mea culpa tras lo cual, por sus credenciales progresistas, se olvidó piadosamente su pasado. Para no hablar del estalinismo de Neruda, Sartre, Cortázar y tantos otros íconos progres, siempre elogiados y cuyos pecados de juventud -o o no tanta juventud- fueron silenciados por los medios, y las barbaridades que dijeron, así como las indefendibles causas que defendieron, están sepultados en el olvido. La adscripción actual a la progresía otorga un bill de indemnidad contra la memoria histórica.

Julio Rougès dijo...

Gunter Grass, el autor de "El tambor de hojalata", no sólo hizo el servicio militar -como es el caso de Ratzinger- sino militó fervorosamente en el nazismo. Luego, descubierto que fue su pasado, hizo un mea culpa tras lo cual, por sus credenciales progresistas, se olvidó piadosamente su pasado. Para no hablar del estalinismo de Neruda, Sartre, Cortázar y tantos otros íconos progres, siempre elogiados y cuyos pecados de juventud -o o no tanta juventud- fueron silenciados por los medios, y las barbaridades que dijeron, así como las indefendibles causas que defendieron, están sepultados en el olvido. La adscripción actual a la progresía otorga un bill de indemnidad contra la memoria histórica.