22 de enero de 2009

Silencio cómplice



Lo cierto es que no puede dejar de llamar la atención que una jefa de Estado de un país democrático, que además se jacta de ser una celosa defensora de los derechos humanos, nada haya dicho, durante su visita oficial a Cuba, sobre las flagrantes violaciones a las libertades esenciales que se cometen en el país caribeño.

La Nacion

No solo no dijo nada, sino que se deshizo en elogios y loas, e incluso adoptó el discurso del tirano.
Bueno, yo sigo esperando una declaración de las Abuelas de Plaza de Mayo reclamando que el régimen deje a la Dra. Molina visitar a sus nietos.

Me gustó lo que dijo un comentarista:

'Creo que lo inoportuno fue viajar a Cuba. Si uno visita a un país extranjero, es de mal gusto criticar la casa del anfitrión. Lo contradictorio con la actitud de campeona de los derechos humanos no es su silencio en Cuba, sino su visita a Cuba. Flagrante contradicción de Cristina. Además no veo qué puede enseñarnos Fidel, que no sea una historia de frustraciones y violencia'.

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