Ese inmenso torrente humano que circuló por sus calles no sabía adónde iba. Como toda corriente, por más caudal que tuviera, careciendo de fuente surgente, se agotó. Se agotó donde había tenido su origen, pero renació como afán de desquite en algunos países centrales y en otros marginales. Nosotros padecimos una porción de ese espanto. Los que pedían lo imposible, como no podía dejar de ocurrir, generaron pavor; horror y crimen en los que atacaban y en los que reprimieron.
16 de febrero de 2009
Mayo Francés
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2 comentarios:
Recuerdo al embajador galo diciendo de Kirchner que era un petite soixante-huitard.
Son muy buenos los artículos de Balestra.
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