Ayer, con gran pompa y circunstancia, incluyendo parada militar de aires operetístico-mussolinianos, el Evo de América declaró la promulgación de la nueva constitución y con ella la fundación del "socialismo comunitario". Con su habitual coherencia llamó a la reconciliación, pegándole duro y parejo a opositores y autonomistas regionales.
Mientras el zurdaje arcaico y la progresía que orbitae ne torno de este se babean delirando con la instauración de un estado-indígena-reivindicador-del-oprimido, se sigue prolongando la agonía de un país contrhecho, que carece de otro lazo de unión que algún resabio de falso nacionalismo inyectadopor décadas de propaganda.
Los 411 artículos del texto -que necesitó dos años y medio para imponerse- no van a servir para suturar la fragmentación del país, que quedó evidenciada en el propio referéndum en el que sólo se impuso en el occidente andino, donde el MAS es mayoría.
El país sigue cortado al medio. Es cuestión de tiempo para que la herida vuelva a sangrar.
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