Los pacifistas israelíes que marchan junto a los pacifistas palestinos, en Tel Aviv, en Jaifa o en Ber Sheva, saben lo que dicen.
Ellos no hablan 'desde la Biela', como dice uno de mis amigos, sino desde el terreno.
Al hablar desde el único sitio que da derecho a hacerlo, conocen la existencia del Corredor Philadelph, donde cientos de túneles subterráneos, construidos a lo largo de años en la frontera de Gaza con Egipto, sirven para transportar armas, cigarrillos o ganado, pero también para que pasen las brigadas Ezzedin al Qassam, brazo armado de Hamas, que a través de ellos sale a entrenarse en Líbano e Irán.
Los pacifistas israelíes tampoco ignoran que, durante ocho años, mientras Hamas disparaba más de ocho mil misiles, cada vez más dañinos y de mayor alcance, sobre poblaciones civiles israelíes -años durante los cuales Israel edificó centenares de refugios blindados y sistemas de alarma-, en Gaza no se previó ninguna protección para nadie.
Muy por el contrario, están al tanto de lo denunciado por médicos y periodistas de Gaza, lo bastante animosos como para abrir la boca: que durante los últimos acontecimientos, los militantes islámicos les impedían dejar sus casas y las ocupaban para disparar desde los techos, aunque ellos intentaran defenderse clavando tablones para impedirles la entrada.
También conocen la respuesta de los 'soldados de la guerra santa': "¡Traidores! ¡Colaboracionistas de Israel! ¡Espías de Fatah! ¡Cobardes! Van a morir de cualquier modo, igual que nosotros. Combatiendo a los judíos sionistas estamos destinados al paraíso, ¿no les basta con eso?"
Los pacifistas israelíes tampoco ignoran que esos soldados son pibes de dieciséis años mandados a la muerte.
'No podían hacer nada contra los tanques y los jets, pero querían que nos dispararan a nosotros para acusar a los israelíes de crímenes de guerra' -sostuvieron esos habitantes de Gaza, siempre según una nota del Corriere del la Sera, que los pacifistas israelíes ni habrán necesitado leer.
Prácticamente todas las casas más altas de Gaza alcanzadas por las bombas israelíes tenían sobre el techo rampas lanzamisiles, o eran puntos de observación de Hamas, emplazados cerca del depósito mayor de la ONU que después se incendió.
Y hablando de la ONU, los pacifistas israelíes también se habrán enterado de que esa organización acaba de acusar a Hamas de robarse la ayuda humanitaria enviada, y de que, 'con mucho enojo la organización internacional ha cortado los envíos de alimentos y mantas hasta que Hamas no dé garantías creíbles de que dejarán de robar'.
¿Qué se hace con un adversario que provoca y tiende trampas, como siempre se ha hecho en la guerra de guerrillas, con la diferencia de que este pequeño David no sólo no tiene miedo de que Goliat lo mate, sino que lo busca y lo desea?
La respuesta de los diez mil pacifistas israelíes y palestinos que desfilaron en Tel Aviv, y de otros miles que lo hicieron en el país, enfrentando todos la acusación de traicionar a su patria, no puede ser más clara: abstenerse de entrar en lo que el escritor israelí David Grossman llama 'la terrible lógica de la fuerza y la dinámica de la escalada'.
Las distintas agrupaciones y ONG que en Israel defienden a ultranza la utopía de la paz ya tienen sus años.
Algunas de ellas son Mujeres Construyendo una Nueva Realidad -un diálogo entre mujeres israelíes y palestinas-, serie de seminarios que se realizan en el Centro de Entrenamiento Golda Meir, de Monte Carmel; Guisha, una ONG fundada en 2005 que se propone proteger la libertad de movimiento de los palestinos, especialmente de los residentes en Gaza; Médicos por los Derechos Humanos de Israel, fundada en 1988 para luchar por el derecho a la salud; Yesh Din, fundada en 2005, que se ocupa de evitar las violaciones de los derechos humanos de los palestinos; B´Tselem (Centro Israelí de Información para los Derechos Humanos en los Territorios), establecido en 1989 por un grupo de prominentes académicos, abogados, periodistas y miembros del Knesset para ayudar a crear una cultura de derechos humanos en Israel; Gush Shalom, la más batalladora, que busca influir en la opinión pública israelí para lograr que se regrese a las fronteras de 1967 y se decrete a Jerusalén como capital de dos estados; o la Coalición de Mujeres por la Paz, fundada en 2000, tras la segunda intifada, compuesta por mujeres independientes y por diez organizaciones feministas...
...
Iton Gadol
Muy interesante, pero a esa gente nunca la voy a entender.
Yo no me animaría a calificarlos de 'traidores' porque esa es una palabra muy fuerte, pero me parece que no están ayudando nada.
Bueno, no es casualidad que todas esas personas pueden decir y hacer lo que quieren en un país totalmente libre y democrático, mientras son otros los que día y noche se sacrifican y ponen el pecho para defenderlos.
Infectados con el virus del 'buenismo' nos agobian con sus esporádicas pero ruidosas manifestaciones.
Pero la verdad, lamentablemente, es otra, y en realidad no saben lo que dicen.
Por suerte, la vereda de los 'políticamente correctos' es bastante angosta en esta tierra de la leche y la miel -Parasha Shemot:3:8-
Fabiana seguro les hubiera dicho que tendrían que consultar antes de hablar.
Y que la Torá -según lo explicaron los sabios- es el anteproyecto o la semilla del mundo.
Y que la Mishná -la base de la Ley- una y otra vez lo confirma: 'Busca y revisa -en la Torá- ya que absolutamente todo está en ella'.
2 comentarios:
"¿Qué se hace con un adversario que provoca y tiende trampas, como siempre se ha hecho en la guerra de guerrillas, con la diferencia de que este pequeño David no sólo no tiene miedo de que Goliat lo mate, sino que lo busca y lo desea? La respuesta de los diez mil pacifistas israelíes y palestinos que desfilaron en Tel Aviv, y de otros miles que lo hicieron en el país, enfrentando todos la acusación de traicionar a su patria, no puede ser más clara: abstenerse de entrar en lo que el escritor israelí David Grossman llama "la terrible lógica de la fuerza y la dinámica de la escalada".
¡Qué lindo sería el mundo si funcionara como a Alicia Dujovne le gusta!
Me encantó. (Y me conmovió).
Publicar un comentario