15 de marzo de 2009

Arriba las manos!


Lo que está en la base del auge actual de la delincuencia es una idea errónea acerca del papel del Estado. El Estado nació cuando la venganza privada fue sustituida por la potestad de un juez imparcial. Desde el momento en que sustituyó a los particulares en la lucha contra la delincuencia, el Estado quedó a cargo del servicio esencial de la seguridad, cuya vigencia inauguró la primacía de la civilización sobre la barbarie.

El caso particular de la discriminación contra la fuerza policial trae consigo su propio agravante. Un Estado que discrimina a su propia policía, ¿qué puede esperar de ella? En cualquier país bien ordenado, la policía es una herramienta mayor del Estado en la lucha contra la delincuencia. ¿Tiene que asombrarnos entonces que, en lugar de una policía respetada por ese Estado al que ha de servir, que debe exigirle el cumplimiento estricto de la ley pero que también debe ofrecerle condiciones dignas para su labor, lo que vemos sea un cuerpo desmoralizado, peligrosamente tentado por la corrupción que también afecta al Gobierno, entre cuyos integrantes sobresalen, sin embargo, heroicos policías que la sociedad, más ecuánime que nuestros gobernantes, ha sabido honrar?
Grondona
La única policía que quieren los Kirchner es la policía de la política, la policía del comercio, y la policía de la información. No pueden garantizar seguridad a la ciudadanía porque no está en su ADN.

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