2 de marzo de 2009

Así cualquiera es progre



Carlos Semprún Maura cuenta un suceso en el que Pablo Neruda le pidió a Dolores Ibárruri (La Pasionaria) durante una reunión en Moscú un abrigo de piel para su amante.

La anécdota está en el hecho de que el abrigo lo pagó el estado soviético.

Ahora que la URSS, por suerte, ya no existe, ¿a qué regimen totalitario hay que dedicarle poemas para conseguir tan apreciables favores personales pagados con el dinero y el esfuerzo de millones de oprimidos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El cuento mMe hace acordar mucho a las experiencias que narra Simone de Beauvoir de sus andanzas con Sartre por aquellos pagos, cualquiera diría que era Disneylandia. Los eternos intelectuales desconectados de la realidad.

Carlos dijo...

En realidad, Neruda era stalinista y miembro del Partido Comunista de Chile.