7 de marzo de 2009

Travesuras en Shabbāt

Aprovechando que nadie está visitando el blog, les cuento que cuando su hijo murió, Rabí Leví Itzjac siguió el féretro danzando.
Y que algunas de sus jasidim no pudieron abstenerse de manifestar su asombro.

Entonces él les dijo: 'Un alma pura me fue dada. Un alma pura es lo que devuelvo'.

Las mujeres jasidim somos las judías que tenemos un compromiso de vida con D-s, tal como se manifiesta en la Toráh.
El alma divina tiene cinco nombres: ‘nefesh', 'ruaj', 'neshamá', 'jaiá' y 'iejidá'.
Estos cinco nombres representan los cinco caminos existentes para conectarse con Hashem.
Cuando cumplimos mitzvot con nuestro cuerpo, se revela el 'nefesh', cuando amamos a Hashem con nuestro corazón es el 'ruaj', cuando estudiamos la Toráh de Hashem es 'eshamá'.
Jaiá es el nivel en el que se manifiesta la sabiduría innata del alma. Normalmente este nivel se encuentra fuera del ámbito de la conciencia, y ocasionalmente se revela como un destello de percepción de la inspiración divina.
Iejidá es la plenitud, la conciencia plena y la unicidad con Hashem.
La mayoría de las personas requieren de una total separación entre cuerpo y alma para ser capaces de semejante iluminación.
En el momento en que una persona alcanza este nivel en su vida, es innecesario para ella experimentar la muerte.
Son pocas las personas que -desde el inicio de los tiempos- han sido capaces de alcanzar este nivel de conciencia tan elevado.
Podemos hablar de Janoj, el hijo de Iered, quien ascendió con su cuerpo al mundo de los ángeles, como se dijo: 'Y Janoj se unió a Di-s, y desapareció porque Di-s lo requirió'(Génesis 5).
También del profeta Eliahu, que alcanzó este nivel y subió al cielo en una tormenta (Reyes II, 2).
Nuestros sabios hablaron también de una mujer que alcanzó este estado y no requirió de la muerte, y que fue Seraj, la hijastra de Asher, el hijo de Jacob -el patriarca- (Números 26).

Bueno, estoy muy cansada, y en este momento no me acuerdo de nadie más que lo consiguiera, pero posiblemente hubieron muchos otros.
Hoy estuve estudiando párrafos del Raziél haMaláj -un libro que tiene más de cinco mil años- y que existe mucho antes que se nos fuera entregada la Toráh.
Bueno, ahí leí que lo espiritual es todo aquello que no resulta afectado o cambiado ni por el espacio ni por el tiempo.
Que es lo que no depende de nuestros estados emocionales, o de lo que pensemos acerca de ello.
Y que es la única causa que genera todo el mundo material.

4 comentarios:

Carlos dijo...

La iluminación, la gran búsqueda de todos los misticismos. Tal vez el personaje más famoso sea el Buda Gautama que alcanzó la iluminación en Bodhgaya.

Carlos dijo...

Con respecto a mi comentario anterior, si bien existe una clara diferencia entre el budismo (o los budismos), el hinduísmo y las religiones monoteístas, los que están en una búsqueda mística tienen mucho en común.
Hace unos años pude comprobar como monjes cristianos, judíos hasidim y musulmanes sufíes se entendían perfectamente con monjes budistas.

Anónimo dijo...

Recien descubro tu blog y me gusta mucho,me gustaria ponerte netre mis favoritos.
Un saludo desde Mar del Plata...shalom

Rāḥēl Reznik dijo...

A veces dan miedo esas cosas.