13 de abril de 2009

Grande 'pa!

Esto es tragicómico.

En Estados Unidos una simple infidelidad puede llevar a la ruina la carrera de un político.

El razonamiento que hacen los norteamericanos en estos casos es: si este señor engañó a su esposa, ¿por qué no me va a terminar engañando a mí si llega al poder?

En Paraguay el presidente Lugo confesó, como comenta Carlos, haber engendrado una hija cuando ejercía aún su cargo de obispo.

Este señor engañó a sus feligreses. Aún más, según la visión de un país católico, engañó a Dios mismo al no haber cumplido con su voto de castidad.

Pero Paraguay es Latinoamérica, seguramente resaltarán su valentía y franqueza.

6 comentarios:

Unknown dijo...

"Haz lo que yo digo pero no que yo hago"...Que caradura

marisa lopez dijo...

por eso estamos como estamos

Martín Benegas dijo...

Yo prefiero juzgar por las ideas y no por la vida privada, no hace falta que Lugo haya tenido una hija siendo cura para darse cunta a la legua que es un delincuente y que su gobierno inexorablemente va a ser un desastre, para el caso Urquiza tuvo 50 hijos y sin embargo gracias a el tenemos Constitución.

El enmascarado) dijo...

Jorge, disculpame una pregunta personal: sos soltero, ¿no?

Si me equivoco y estás casado, te hago un pedido: contanos cómo hiciste para convencer a tu mujer que existe algo llamado SIMPLE infidelidad masculina. ¡Ja, Ja, Ja!

Un abrazo

Rāḥēl Reznik dijo...

Las infidelidades nunca son 'simples', porque responden a una maquinación perversa propia de los infames.

Jorge dijo...

Estoy casado, enmascarado!

No quería justificar las infidelidades "simples". Sólo me refería al contraste de esos casos con el caso de un obispo.