7 de abril de 2009

Sêmel Haqqin'âh

Los resultados de la última Encuesta Tonta muestran una tendencia creo que definitiva, y aunque me son adversos les agradezco a los que votaron y a todos los que dejaron sus valiosos comentarios.
En fin, como quiera que sea, quiero decir que personalmente no me molesta para nada que muchas personas hayan decidido apartarse de la religiosidad.
Pero también siento que -posiblemente sin querer- se cometen algunos errores.
Yo no creo que el mundo está como está porque hay gente religiosa, o porque no la hay.
Eso es una simplificación.
Es lo mismo que hacer citas textuales de un segmento de un Texto Sagrado para usarlo como un argumento de rechazo a las creencias.
Creo que es necesario estudiar mucho para poder interpretar.
Obvio, eso cuesta esfuerzo, dedicación y tiempo.
Es muy posible que la encuesta estuviera mal planteada, porque yo me referí a la 'religiosidad' desde una visión más abarcativa, que es más una cuestión de actitud y predisposición que un mensaje concreto y definido.
Tal vez 'el sentido de lo sagrado' sea lo que más se aproxime a lo que quise decir, a un 'patrimonio religioso ancestral', a una actitud humana básica vinculada con la espiritualidad.
Bueno, yo creo que hay que diferenciar entre los rituales religiosos, la fe religiosa en general y la devoción o la fe religiosa en particular.
Alguien dijo que 'todo lo creado, tanto material como espiritual, es bueno; y que todo puede ser portador de gracia y motor de la transfiguración del entorno. Como consecuencia de esta cosmovisión, el espacio sagrado se amplía a incluir todo, sin limitarse a determinadas cosas o lugares'.

Voy a hacer una cita:

A la política defensora de las sociedades laicistas, que no laicas, no le molesta ni le inquieta la fe sencilla y popular de la gente de la calle, sino la Iglesia como institución bimilenaria, jerarquizada, universal e influyente.
Los movimientos socialistas del siglo XIX provienen del cristianismo e imitaron la organización de la Iglesia como la más perfecta que conocían, lo mismo que tomaron los valores cristianos para transformarlos en virtudes cívicas.
No tenían referencia mejor que la del cristianismo y, en cierto modo, éste se convirtió en un estorbo para el proselitismo socialista y, más adelante, comunista.
De ahí que no haya un cura reprobable, un obispo imprudente o una decisión papal cuestionada por las minorías llamadas 'de progreso', que no aparezcan en la prensa como si la Iglesia fuera un bastión monolítico e intransigente y no contara con grandes hombres de fe ni realizará una labor en todo el mundo a favor de los más pobres.
...
Hay belleza en los cortejos de la Semana Santa y en los demás rituales y solemnidades de la Iglesia, porque es antigua y sabe que la fe también entra por los sentidos.
En los ceremoniales laicos encontraremos, quizá, solemnidad, pero difícilmente belleza en la que nos reconozcamos.
La política, prosaica por necesidad, no le teme a la fe, le teme a la belleza, la gran fuente de espiritualidad que se le escapa.


Diario de Cadiz
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Bueno, cuando yo veo que al Sr. Benedicto lo trituran por decir verdades, creo que -en el fondo- quienes lo critican tan despiadadamente lo hacen porque tienen celos.
Hay un concepto de los celos en el Təˈnax que me viene a la mente en este momento, y lo quiero compartir con mis pacientes lectores:

Yejezkel [jəħ.ez'qel] 8:3 Y aquella semejanza extendió la mano, y tomóme por las guedejas de mi cabeza; y el espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y llevóme en visiones de Dios a Jerusalem, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el aquilón, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que hacía celar.
 
La 'imagen del celo' -sêmel haqqin'âh- es la que Yejezkel vio en visión junto a la puerta del atrio interior del Templo de Jerusalén.
En ninguna otra parte de los Textos Sagrados -ni en la literatura antigua- se menciona una imagen con este nombre.
Algunos han sugerido que representaba a Baal, a Moloc o incluso a Astarté.
La imagen pudo haber sido de algún ídolo específico que provocó 'el celo de Dios', o a la idolatría en general con que se contaminó el recinto del templo.
El texto dice que la 'imagen del celo' que estaba en la entrada que daba hacia el norte.
La puerta que daba hacia el norte se llamaba la puerta del altar porque los animales eran sacrificados allí.
Pero no está claro dónde estaba exactamente esta imagen.
¿Estaba dentro del templo propiamente dicho, o justo a la salida de la puerta norte?
¿Era una imagen o una estatua?
Pero la forma como se traduce el sustantivo' hDaVnˆq' -qina’ah- en relación con Dios como 'celos' causa confusión.
El término no tiene nada que ver con los celos humanos.
Deriva del verbo 'qanah' que significa 'propiedad'.
La frase 'la imagen del celo, la que provoca a celos' significa algo así como 'la imagen del ultraje contra la autoridad'.
Atribuir 'kin’ah' -qin‘ah- a Dios no es más que una expresión por estas ofensas que afectaban la misma existencia de la sociedad humana.
Yejezkel puso mucho énfasis en esta doctrina, al emplear repetidamente el término 'kin’ah' en relación con estos pecados.
Algunos piensan que la 'imagen del celo' incluía elementos de una sexualidad orgiástica, con un obvio componente de bestialismo, y la asocian con el significado de la frase: 'las mujeres que lloran a Tammûz'.



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